Lucio tabar. Luisa Jusue y Chema Berro, Miembros del Colectivo Dale Vuelta-Bira Beste Aldera
En NoticiasdeNavarra.com
El colectivo por el decrecimiento Dale Vuelta-Bira Beste Aldera venimos planteando que muchos de los análisis y soluciones que nos venden a los y las trabajadoras desde los centros de poder económicos no son realistas, no responden a la realidad mundial actual y no tienen futuro desde el punto de vista social y ecológico. Se nos presenta el desarrollo, el crecimiento económico como la única solución posible a todos los problemas: paro, pobreza, desigualdad social, etcétera, sin querer ver que:
-El crecimiento ilimitado es imposible en un mundo limitado. Hoy en día estamos por encima de la capacidad del planeta y ya estamos empezando a ver las consecuencias (cambio climático, agotamiento de los recursos, contaminación, desertificación…), aunque las más duras y directas (guerras, hambrunas, migraciones…) las estén pagando principalmente los habitantes de los países pobres.
-El desarrollo económico no garantiza mayor igualdad y justicia ni en nuestra sociedad ni en el mundo, sino que trabaja en su contra. La riqueza del 20% de la población mundial es causa y consecuencia de la pobreza del 80% restante. Nuestro nivel de consumo, el de una persona trabajadora de nivel medio de las sociedades desarrolladas (mucho menos, por supuesto, el de los sectores más pudientes) no es extensible al conjunto de la población mundial. Al mismo tiempo, las desigualdades en el interior de nuestra sociedad son crecientes; los ricos son más ricos mientras cada vez son más los que no llegan a tener garantizada la cobertura de las necesidades básicas.
Frente al consumo, garantías y derechos
No hay más que ver qué medidas se están tomando sucesivamente para intentar salir de la crisis y qué efectos están teniendo: mientras hace un par de años, todo dinero público era poco para salvar a los bancos y a las entidades financieras, hoy, estas mismas entidades obligan a los Estados a disminuir el gasto en servicios públicos. Si hace un par de años la ambición sin límites y el beneficio por encima de todo ponían en cuestión el sistema financiero e incluso los principios del neoliberalismo, hoy en día, una vez recuperado gracias al dinero público, este mismo sistema financiero está realizando un ataque brutal contra la protección social y los servicios públicos en Europa, con la ayuda del FMI y los gobiernos europeos más neoliberales. Con razón, los sindicatos franceses denunciaban el 1 de mayo que detrás de la crisis griega está el intento de privatizar el sistema de pensiones de este país, a los que seguirían los de los demás.
La crisis la están pagando los sectores más desfavorecidos (más cuanto más pobres son) y se están beneficiando de ellas los ricos. Y en el medio, buena parte de la sociedad y los trabajadores establecidos, más preocupados, según parece, por mantener el nivel de consumo individual que por defender los derechos sociales colectivos: salud, educación, condiciones laborales, pensiones…
Nos lo han demostrado claramente, las medidas para salir de la crisis se concretan en ayuda pública para el capital y ajustes para el trabajo, anteponiendo los beneficios sobre el bienestar de la población. Y como consecuencia más grave, el paro, que afecta a todos los aspectos de la vida, no sólo al económico.
No al paro, sí al reparto
Frente a la falsa ilusión de que el crecimiento económico ya creará empleo y terminará con el paro (¿dentro de cinco, diez años, nunca?) nuestra propuesta es empezar a solucionarlo con la única medida que realmente puede acabar con él: repartir mejor el empleo existente, proponiendo, por ejemplo:
1. Erradicar las horas extras, traduciéndolas siempre de forma directa en puestos de trabajo o en compensaciones horarias cuyas libranzas signifiquen siempre nuevas contrataciones.
2. Poner en primer plano reivindicativo reducciones significativas de jornada, con fórmulas de generación del empleo equivalente. Estas reducciones de jornada se impulsarán por encima de los incrementos salariales, e incluso con detrimento de los mismos, reduciendo más los salarios más altos, de forma que se acorten los abanicos salariales.
3. Impulsar reducciones de jornada voluntarias, excedencias, libranzas, contratos de relevo, jubilaciones anticipadas, etcétera, en las formas más flexibles para ser adoptadas por los trabajadores, convirtiendo siempre las horas dejadas de trabajar en nuevas contrataciones.
La única manera que tenemos para combatir el paro es impulsar el reparto empezando por lo más cercano, nuestros propios centros de trabajo. Es decir, estando dispuestos a repartir.
El colectivo por el decrecimiento Dale Vuelta-Bira Beste Aldera venimos planteando que muchos de los análisis y soluciones que nos venden a los y las trabajadoras desde los centros de poder económicos no son realistas, no responden a la realidad mundial actual y no tienen futuro desde el punto de vista social y ecológico. Se nos presenta el desarrollo, el crecimiento económico como la única solución posible a todos los problemas: paro, pobreza, desigualdad social, etcétera, sin querer ver que:
-El crecimiento ilimitado es imposible en un mundo limitado. Hoy en día estamos por encima de la capacidad del planeta y ya estamos empezando a ver las consecuencias (cambio climático, agotamiento de los recursos, contaminación, desertificación…), aunque las más duras y directas (guerras, hambrunas, migraciones…) las estén pagando principalmente los habitantes de los países pobres.
-El desarrollo económico no garantiza mayor igualdad y justicia ni en nuestra sociedad ni en el mundo, sino que trabaja en su contra. La riqueza del 20% de la población mundial es causa y consecuencia de la pobreza del 80% restante. Nuestro nivel de consumo, el de una persona trabajadora de nivel medio de las sociedades desarrolladas (mucho menos, por supuesto, el de los sectores más pudientes) no es extensible al conjunto de la población mundial. Al mismo tiempo, las desigualdades en el interior de nuestra sociedad son crecientes; los ricos son más ricos mientras cada vez son más los que no llegan a tener garantizada la cobertura de las necesidades básicas.
Frente al consumo, garantías y derechos
No hay más que ver qué medidas se están tomando sucesivamente para intentar salir de la crisis y qué efectos están teniendo: mientras hace un par de años, todo dinero público era poco para salvar a los bancos y a las entidades financieras, hoy, estas mismas entidades obligan a los Estados a disminuir el gasto en servicios públicos. Si hace un par de años la ambición sin límites y el beneficio por encima de todo ponían en cuestión el sistema financiero e incluso los principios del neoliberalismo, hoy en día, una vez recuperado gracias al dinero público, este mismo sistema financiero está realizando un ataque brutal contra la protección social y los servicios públicos en Europa, con la ayuda del FMI y los gobiernos europeos más neoliberales. Con razón, los sindicatos franceses denunciaban el 1 de mayo que detrás de la crisis griega está el intento de privatizar el sistema de pensiones de este país, a los que seguirían los de los demás.
La crisis la están pagando los sectores más desfavorecidos (más cuanto más pobres son) y se están beneficiando de ellas los ricos. Y en el medio, buena parte de la sociedad y los trabajadores establecidos, más preocupados, según parece, por mantener el nivel de consumo individual que por defender los derechos sociales colectivos: salud, educación, condiciones laborales, pensiones…
Nos lo han demostrado claramente, las medidas para salir de la crisis se concretan en ayuda pública para el capital y ajustes para el trabajo, anteponiendo los beneficios sobre el bienestar de la población. Y como consecuencia más grave, el paro, que afecta a todos los aspectos de la vida, no sólo al económico.
No al paro, sí al reparto
Frente a la falsa ilusión de que el crecimiento económico ya creará empleo y terminará con el paro (¿dentro de cinco, diez años, nunca?) nuestra propuesta es empezar a solucionarlo con la única medida que realmente puede acabar con él: repartir mejor el empleo existente, proponiendo, por ejemplo:
1. Erradicar las horas extras, traduciéndolas siempre de forma directa en puestos de trabajo o en compensaciones horarias cuyas libranzas signifiquen siempre nuevas contrataciones.
2. Poner en primer plano reivindicativo reducciones significativas de jornada, con fórmulas de generación del empleo equivalente. Estas reducciones de jornada se impulsarán por encima de los incrementos salariales, e incluso con detrimento de los mismos, reduciendo más los salarios más altos, de forma que se acorten los abanicos salariales.
3. Impulsar reducciones de jornada voluntarias, excedencias, libranzas, contratos de relevo, jubilaciones anticipadas, etcétera, en las formas más flexibles para ser adoptadas por los trabajadores, convirtiendo siempre las horas dejadas de trabajar en nuevas contrataciones.
La única manera que tenemos para combatir el paro es impulsar el reparto empezando por lo más cercano, nuestros propios centros de trabajo. Es decir, estando dispuestos a repartir.
Las personas con discapacidades que cobran por ello,además tienen ventajas fiscales al ser contratadas. Lo que hace que las empresas salgan ganado a costa de otras personas que no consigen empleo y por ello ningun ingreso, esto debe cambiar.
ResponderEliminarUna cosa es la integración laboral y otral que el capital siempre se aproveche de los mismos.