Haciendo uso de las estadísticas del comercio internacional, el conjunto de los países ricos o ‘desarrollados’ importan muchas más toneladas de materiales de lo que exportan (principalmente combustibles fósiles, derivados de actividades extractivas y más escasamente productos agroforestales y pesqueros).
Esta enorme entrada neta de recursos acaba convirtiéndose en residuos que solo en escasa medida son objeto de recuperación o reciclaje, haciendo que la acumulación de residuos sea el primer problema de ‘política ambiental’ en estos países; no preocupándose tanto de la causa (el manejo masivo de recursos traídos de todo el mundo, y el daño que causa en los lugares de origen), sino de sus efectos (los residuos y el deterioro que ocasionan en los lugares de recepción).
Los países ricos tratan de alejar la incidencia negativa de los residuos de sus propios territorios haciendo presión creciente para devolverlos al resto del mundo. En el caso de la quema de combustibles son los vientos, en los vertidos líquidos, son los cauces del agua que acaban llevándolos al sumidero común de los mares; y así las discusiones se centran en los residuos sólidos y particularmente en los tóxicos o peligrosos.
Una vez que el comercio ha puesto los recursos planetarios a disposición de los países ricos, se pide ahora que la ‘política ambiental’ establezca las reglas del juego económico necesarias para que el comercio pueda poner también a su disposición los sumideros planetarios; esto es, garantizar legalmente, mediante el pago de ciertas tasas, el derecho a contaminar de los países ricos.
Para saber más: Raíces económicas del deterioro ecológico y social. José Manuel Naredo. 2006.
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