«El planeta impondrá una reducción del consumo, pero ésta ha de ser justa y equitativa»
Luis González se ha convertido en uno de los referentes del ecologismo en el Estado español. Como coordinador de Ecologistas en Acción, mantiene un discurso duro y coherente, en el que cuestiona los pilares fundamentales en los que se asienta la sociedad de consumo y, en definitiva, el capitalismo.
Zabaldi se ha propuesto desmontar los pilares del capitalismo. En su sede de Iruñea ha abierto una exposición donde se muestran los distintos campos en los que trabaja la plataforma Nafarroa Bizirik Nahi Dugu y ha abierto un ciclo de conferencias donde se debaten los elementos estructurales del sistema. Después de que Isidro Esnaola explicara las claves del mundo financiero, ayer le llegó el turno al ecologista Luis González, que puso en cuestión la idea de «sostenibilidad».
¿Ecología y capitalismo pueden convivir?
El mundo es limitado y el capitalismo necesita crecer. Resulta insostenible que el consumo de materia y energía aumente constantemente. Esto que parece incontestable, tiene unas consecuencias desde el punto de vista sistémico muy importantes. Probablemente sean los propios límites ambientales los que lleven al capitalismo globalizado a caer, a no mantenerse en el tiempo.
Sin embargo, el concepto de sostenibilidad está muy en boga entre los dirigentes.
Las alternativas que presenta el propio sistema: energía renovables, aumento de eficiencia, etc. realmente se sustentan en mitos. En la práctica, no son capaces de convertir al sistema ca-pitalista en algo realmente sostenible, sino que mantiene su vocación suicida. Esto continuará hasta que se plantee de forma seria la necesidad de una reducción en el consumo de materia y energía, que a su vez suponen una contradicción en las necesidades de funcionamiento del sistema.
¿Dónde encontramos el error o en qué fallan las energías renovables tal y como se plantean actualmente?
Existen varios problemas. El primero y fundamental es el hecho de que no es universalizable el consumo energético que realizan los países desarrollados. Más aún, ni siquiera con las energías renovables se podría abastecer un nivel de consumo energético como el que poseemos actualmente. Las fuentes renovables de energía tienen una serie de limitaciones que hemos de tener en cuenta: problemas de almacenamiento, distribución, etc. Por otra parte, hay que reivindicar un control popular de las fuentes de energía. No pueden quedarse como están, en manos de grandes transnacionales.
¿La reducción del consumo constituye la única solución?
No, ni siquiera se trata de una solución. Es una obviedad. Estamos llegando a los límites que tiene el planeta. El principal recurso que utilizan las sociedades capitalistas es el petróleo. El 95% del transporte usa petróleo, de él obtenemos gran parte de la energía, pero también productos fitosanitarios, etc. Pues bien, estamos a punto de llegar a lo que se conoce como el pico del petróleo, el momento en el que habremos gastado la mitad de las reservas. Pero la mitad que nos resta es la más difícil de obtener y la que posee una calidad más baja, porque primero se ha extraído lo bueno y lo fácil. Nos va a quedar el peor crudo y, encima, la demanda va a crecer. En conclusión, el petróleo va a acabar por las nubes. Los expertos más optimistas creen que este pico del petróleo llegará, como tarde, en 15 años.
No es pues una alternativa, sino que ocurrirá.
Por pura lógica. Pero el decrecimiento será incapaz de salvar el sistema como tal. Ahora lo que hemos de debatir es cómo se ha de producir esta reducción del consumo. ¿Va a realizarse con principios de equidad y de justicia social o, por el contrario, se hará de un modo ecofascista?
¿Qué se entiende a día de hoy por ecofascismo?
Entendemos por ecofascista un gobierno en el que los temas de ecología constituyen un pilar fundamental. Sin embargo no busca vías democráticas para solucionar este problema, sino que una pequeña parte de la población se hace con los mandos a costa de los demás. El decrecer ocurrirá, pero ha de ser justo y equitativo. Implica la muerte del capitalismo, al menos del globalizado, pero ¿hacia dónde nos va a llevar?
Aritz INTXUSTA - Gara
Hay mucha razones, no solo ecológicas, por las que el actual sistema económico no puede seguir. Pero es necesario un profundo cambio de mentalidad de la ciudadanía. Ese profundo cambio de mentalidad es para mí fundamental; las consecuencias de un sistema obsesionado por la falta de regulación y la competividad son muy graves, no solo para el ecosistema
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