Julio García Camarero
Me sorprendió favorablemente descubrir buceando por Internet un blog (El blog de Iván de Prado) en el que se realiza una relativamente extensa y detallada crítica a mi libro recién editado: “El decrecimiento feliz y el desarrollo humano”. Y lo he encontrado especialmente favorable, porque presenta puntos discutibles en mi texto. Ello me agrada porque puede dar pie al debate dialéctico, y en el debate, aunque en ocasiones no lo queramos asumir, siempre se saca algo de nueva luz por ambas partes. Desde luego son más edificantes estas críticas de debate, que aquellas que consisten esencialmente en alabar al libro al máximo con la finalidad de que se consiga vender al máximo. Pero hay dos aspectos de esta crítica que no acaban de convencerme:
En primer lugar, se denota una especial intencionalidad en:
“poner de relieve la orientación Ideológica desde la que el autor realiza su análisis, ya que esta queda patente a lo largo de toda la obra […] dejando traslucir la opinión positiva del autor sobre el marxismo”.
Es decir, Iván considera necesario advertir que el autor tiene algo de rabudo marxista. En los tiempos que corren no resulta necesario mencionar lo de rabudo marxista. Lo de rabudo, lo ha conseguido introducir en el imaginario de una intensísima mayoría el omnipotente y omnipresente neoliberalismo global (y lo ha conseguido mejor aún que el “Centinela de Occidente” en su submundo franquista), y le ha sido fácil por que se ha llegado a identificar la nefasta “doctrina marxista” del fallido socialismo real con la metodología dialéctica marxista, que en realidad es todo lo contrario a una doctrina. Y hablando de doctrina, él hace una asociación de ideas: marxista, doctrina marxista, adoctrinamiento; y en una parte de su critica dice:
“Desde mi punto de vista esto supone alejarse en cierto modo de la objetividad puesto que al adjetivar un nombre,esta impreg-nando inevitablemente a ese nombre de un juicio de valor particular. Con estas prácticas, la obra tiende al adoctrinamiento.”
Y a esto, ahora contesto: adoctrinamiento por poner adjetivos no, el poner adjetivos a las palabras no debe de verse como adoctrinamiento ni como forma de “impregnar inevitablemente a ese nombre de un juicio de valor particular”; sino que debe de verse como una forma de matizar la complejidad de la realidad, de matizar los conceptos para que pierdan su simplicidad y aspecto de entes absolutos. Por ejemplo, la palabra hombre a solas solo nos da una idea rígida simple y absoluta de lo que es el hombre, sin embargo si comenzamos a matizar en cuanto a la diversidad de hombres, el concepto comienza a hacerse más complejo y a definir con mas nitidez el concepto de hombre. De igual modo, no se puede hablar de forma absoluta de la libertad, se hace preciso de hablar de las libertades (con sus apellidos o adjetivos determinantes): libertad de expresión, libertad de constituirse en democracia participativa, libertad de represión, libertad de asesinar a la biosfera, etc. Y de igual manera sucede con el trabajo, no debe de existir un concepto monolítico y absoluto del trabajo, es preciso ponerle calificativos si queremos ver el concepto en todo su complejo valor diverso. Podemos decir que existen múltiples tipos de trabajo a los que necesariamente hay que poner un apellido, pero sobre todo existen dos tipos fundamentales de trabajo, bien distintos, que es extremadamente necesario diferenciar: por un lado, el trabajo libre, creativo (y ahí esta el elogiable adjetivo) que resulta ser un trabajo deseable y que produce felicidad; y por otro lado(diametralmente opuesto), el trabajo enajenado- asalariado (y aquí esta el despreciable adjetivo) que no aporta más que horas de enajenación e infelicidad. Y prueba evidente de ello es que prácticamente casi todos esperamos ansiosos la jubilación como una frontera entre al infelicidad del trabajo enajenado y la redención del mismo. Y está la eficiencia de las maquinas, que deben de servir para ir eliminando cada vez más horas de infelicidad y transformarlas en horas de felicidad, y no para acumular “libremente” PIB a costa de la infelicidad humana.
En segundo lugar, porque hace una infundada afirmación:
“García Camarero no ha conseguido determinar las verdaderas fuerzas que nos convierten en “yonquis” del crecimiento”.
Cuando a mi entender lo mas conseguido de mis dos últimas obras es precisamente que he descrito infinidad de veces (hasta incluso ponerme pesado) cual es el origen de la obsesión por el crecimiento económico. Algo en lo que insisto especialmente en El Crecimiento mata y genera crisis Terminal, principalmente en los dos primeros capítulos titulados respectivamente El mantenimiento y aumento del trabajo enajenado, y Evolución de los diversos mercados. Posiblemente si los hubiera leído Iván comprendería mejor lo infundado de sus dudas en cuanto a que haya logrado diseccionar el origen de la obsesión por el crecimiento. Pero de todas formas no se hace necesario retrotraernos a las largas y minuciosas explicaciones de estos capítulos. El mismo Iván sin darse cuenta incluye un párrafo en donde se señala la explicación de cuales son las verdaderas fuerzas que nos convierten en acérrimos consumistas.
Subrayo la parte del párrafo que contiene dicha explicación:
La tesis principal de García Camarero es que nos encontramos inmersos en un deteriorante crecimiento económico que genera... el agotamiento de los recursos naturales, el cambio climático, la explotación y el decrecimiento social del trabajador con las finalidades de crecer más y lograr una mayor concentración de capitales en cada vez menos manos".
Para conseguir estas finalidades el marketing a trabajado super-efícientemente para conseguir convertimos en unos yonkis consumistas proporcionadores de PIB para unos pocos.
Por lo demás, Iván en su escrito-crítica demuestra que ha leído a fondo mi libro. Pero pienso que su problema, y el lo dice: ... "me colocaría entre los que creen en un crecimiento real ecocéntricó". Esta afirmación indica que él tiene el enfoque propio de la "3avía", es decir el enfoque de los social demócratas (que han abandonado el marxismo)y que son precisamente los que abogan por un hipotético y quimérico "posible"crecimiento real ecocéntricó. Pero lo que también demuestro en mi obra El decrecimiento feliz y el desarrollo humano", y sobre todo en "El Crecimiento mata y genera crisis Terminal", es que con crecer menos no basta, ni siquiera con crecimiento cero. Y lo hago basándo-me en infinidad de datos y profusas referencias; referencias tan científicas y serias como las de: Georgescu-Roegen, Bruno Clémenün, Vicnet Cheynet, Mauro Bonaiuti, Iván Illich, Carlos Taibo, Cornelius Castoriadis, Clive Hamilton, Man/redMax-Neef, etc. Y aunque a veces me sienta un poco solo, la realidad es que no estoy tan solo, me siento muy acompañado por estos grandes hombres; y aquí entra un calificativo-grandes- de hombre que antes no puse.
Y pese a todo, como decía, Iván demuestra no solo que ha leído detenidamente sino que además ha sido capaz de hacer un admirable resumen de mi texto, de cuyo resumen casi me atrevería a decir que en algunos puntos llega a mejorar en expresión a mi texto. Pero su problema es que al comprender el fondo de la filosofía del decrecimiento le ha llegado a entrar verdadero vértigo, porque en ella se desprende que es necesario decrecer, y para decrecer es necesario salirse del sistema capitalista. Y asimilar esto cuesta, estando enganchados casi todos, como estamos, al consumismo. Por eso ha recurrido a pretextos y a trucos para afirmar que en el Decrecimiento feliz y el desarrollo humano no se aclaran las causas de la obsesión del crecimiento económico.
Además, y ahí si que me sorprende, después de la demostrada capacidad de comprensión de mi texto en su magnifico resumen, declare que yo no logro explicar el origen del crecimiento.
Y estoy seguro que el tal Iván (quien al final termina defendiendo a los mercados y a la competitividad) es una persona bien intencionada y con inquietud ecologista, su único problema es el que tenemos todos los que formamos parte de esos yonkys que comprenden el ese 99% de la población de esta sociedad de Occidente, que permanecemos enganchados al consumismo. Y yo no me excluyo, aún sigo comprando en las grandes superficies (aunque procuro hacerlo lo menos posible) y utilizando las dichosas y omnipresentes bolsas de plástico (aunque si que uso la bolsa de tela para comprar el pan). Nos da vértigo salirnos del sistema y aún somos incapaces de dejar de hacer de talibanes del consumismo-crecimiento.
Pues bien mi estimado Iván se ha visto en la obligación de declarar (incoherentemente) que no he dejado claro el origen de la obsesión crecentista para así (partiendo de cero) poder argumentar su tesis del origen del crecimiento y lo buena que es la competitividad.
Pero es que viviendo en la arcadia de la socialdemocracia- neoliberal, hay que defender, aunque sea con trucos, lo bueno que es la libertad de empresa competitiva. Y con respecto a esto nuestro crítico nos dice:
"Mi tesis es que el crecimiento es algo que surge espontáneamente del comportamiento individual y en libertad de ser humano Es decir, en cierto modo surge la competencia. Esta seria por tanto la fuente primaria del crecimiento. Con esto no quiero decir que no pueda existir cooperación entre los hombres. Todo lo contrarío, cooperación también es algo común en el comporta-miento del ser humano. Ambas, la competencia y la cooperación3han de subsistir al mismo tiempo y en un equilibrio razonable."
Esta frase se centra en un arcaico concepto(desde luego mas arcaico que los conceptos marxistas),el concepto liberal que se viene usando erróneamente desde los tiempos de Adam Smith:
Se alude (para conseguir justificar subrepticiamente, el fundamentalismo de mercado y el crecimiento) sin llegar a referirlo a la mano invisible del mercado4, y a que ella sola, a través de la "libre" competitividad, al final todo lo deja en orden. Y al parecer en la actualidad estamos viviendo ese maravilloso orden al que al final hemos llegado gracias a esta mano invisible y a esta "sana competitividad". Es decir, un orden de caos absoluto y de suicidio colectivo al ser asesinada la casa común en que vivimos, la biosfera, a causa del crecimiento.
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1 El inquietarse en este momento, por el adoctrinamiento, tiene mucho de prejuicio antimarxista, de confundir la dialéctica marxista con su interpretación (diametralmente opuesta) denominada doctrina marxista.
2 "El Crecimiento mata y genera crisis Terminal", Ed. Catarata.2009 y El decrecimiento feliz y el desarrollo humano" Ed. Catarata, 2010.
3 Se nos habla de la convivencia de la competencia y la cooperación, y pregunto ¿Cómo se come ese oximorón?
4 Esta referencia a la mano invisible tiene lugar en la obra "La Riqueza de las Naciones" que Adam Smith escribió en el año de 1776. nada menos que la friolera de casi dos siglos y medio; y esto es lo que nos venden como modernidad.
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