“En otras palabras, señor, creo que usted quiere decir que el mundo, tal como es, está dividido en dos servicios, el público y el privado. En un mundo, los hijos de los hombres con educación trabajan como funcionarios públicos, como jueces, militares, y son pagados por este trabajo; en el otro mundo, las hijas de los hombres con educación trabajan como esposas, madres e hijas, pero no son pagadas por esto trabajo. ¿Es eso? ¿Es que el trabajo de madre, esposa e hija no vale nada para la nación, en dinero contante y sonante? Este hecho, si es que de un hecho se trata, resulta tan pasmoso que tenemos que confirmarlo recurriendo una vez más al impecable Whitaker.
Busquemos de nuevo en sus páginas. Y buscamos y buscamos en ellas. Parece increíble, pero parece innegable. Entre todos esos oficios, no está el oficio de madre; entre todos esos sueldos, no está el sueldo de madre. El trabajo de arzobispo cuesta 15.000 Libras anuales al Estado; el trabajo de un juez le cuesta 5.000 Libras al año; el trabajo de un capitán del ejército, de un capitán de marina, de un sargento de dragones, de un policía, de un cartero, todos estos trabajos merecen un pago efectuado mediante los impuestos que tributamos, pero las esposas, las madres y las hijas, que trabajan todo el día, todos los días, y sin cuyo trabajo el Estado se derrumbaría y se haría añicos, sin cuyo trabajo los hijos de usted, dejarían de existir, no cobran nada. ¿Es posible?. ¿O tenemos que condenar al impecable Whitaker por el delito de errata?.
(…)
En las biografías de los maridos, leyendo entre líneas, encontramos a muchas mujeres dedicadas a trabajar, ¿Qué nombre vamos a dar a la profesión consistente en traer al mundo nueve o diez hijos, a la profesión consistente en llevar una casa, cuidar a un inválido, visitar a los pobres y a los enfermos, atender a un padre anciano, a la madre vieja? Esta profesión carece de nombre y de retribución, pero encontramos a tan gran número de madres, hermanas e hijas de hombres con educación practicando dicha profesión durante el siglo XIX que debemos reunirlas, y reunir sus vidas, detrás de las vidas de sus maridos y hermanos, y permitir que comuniquen su mensaje a quienes tienen tiempo para extraérselo e imaginación para descifrarlo.”
Extraído de ‘Tres Guineas’ de Virginia Woolf. 1938.
El problema no es profesionalizar unas funciones amables en la sociedad, es reconocer la falta de equidad en la propia sociedad. Empezando por la equidad económica y siguiendo con el repartode los bienes que es lo mismo. Yo hace 30 años deje el mercado laboral para dedicarme a la familia y lo social, haciendo demasiados ajustes económicos con los ingresos que había. Después cuando he querido incorporarme al mercado laboral, aun con mucho reciclaje en educación formal y no, no me dejan espacio y eso supone no tener ingresos adecuados para la vejez, además del no reconocimiento de mi experiencia cuantiosa y de calidad. Pero este sistema no sabe valorar desde criterios que no sean beneficios económicos cuantiosos.
ResponderEliminarEs lo que hay.
El trabajo de cuidados es imprescindible para el mantenimiento de la vida, pero está invisibilizado e infravalorado en nuestra sociedad.
ResponderEliminarLos cuidados en el espacio doméstico contribuyen a la producción de mercancías con un coste económico oculto. La economía externaliza ese coste que es asumido por las mujeres
“La vida vivible está por construir en la interacción con otros, que la vida se dirime en la vida misma y que no puede procurarse fuera de la vida (en los mercados)”.
La Cuidadanía implica un derecho a cuidar, a no cuidar por obligación y ser cuidada/o, sin que esto signifique subordinación para las mujeres. El Decrecimiento y la Cuidadanía reclaman el derecho y las posibilidades de reorganizar nuestra sociedad de forma colectiva y de crear colectivamente nuestra propia vida de forma sostenible.
"Crear nuestra propia vida de forma sostenible"......a menudo se nos hace insostenible, por la falta de algo tan sencillo como unas relaciones adecuadas.
ResponderEliminar¿por qué escribe como anónimo?
salud.