En los primeros encuentros internacionales organizados por ‘Mujeres de Negro’, precisamente porque era blandido como motivo para pelear, uno de los temas recurrentes fue el sentido de la pertenencia. En el encuentro de Mérida, en las palabras de Violeta Djikavovic, parecía un problema menor:
“Yo vivía en el oeste de Serbia. Serbios y musulmanes compartíamos y nos alegrábamos con las fiestas religiosas de unos y otros. No sentía la pertenencia a una nación. El espacio de la exYugoslavia me despierta gran nostalgia.”
Pero la tensión, las acusaciones y, finalmente, las matanzas alentadas entre los miembros de las distintas comunidades, habían destrozado, de hecho, la buena convivencia:
“Soy refugiada en Belgrado, venida de Sarajevo. He vivido 36 años en un ambiente pluriétnico y pluricultural. Antes me declaraba yugoslava, ahora no puedo hacerlo. Tampoco puedo decir que soy bosnia porque ahora todos identifican bosnia con musulmana. Por tanto me declaro mujer de Sarajevo.”
Gordana Naradic lo decía de un modo con el que era fácil identificarse, al proyectar la pertenencia en el cariño por la tierra, en canciones y paisajes, aspectos emocionales que se sitúan más allá de la política.
“Yo no hablo de pertenencia étnica, sino de pertenencia cultural. Para mí la patria es una categoría emocional: los espacios, colores y sabores de la tierra donde nací.”
Stasa Zajovic, la mujer que nos conectó con el movimiento de ‘Mujeres de Negro’, escribió en aquellos días que la ideología nacionalista reduce la identidad de las mujeres a ser madres, las madres son identificadas con la nación, y la nación, con la patria. Los nacionalistas que ella conoció hablaban sin cesar del Estado-Nación en términos de madre: madre Serbia, madre Croacia, reclamando par ella el derecho a la autodeterminación. Mientras tanto, negaban a los hombres y mujeres de carne y hueso ese mismo derecho. A los hombres, les negaban el derecho a seguir su conciencia rechazando ir a la guerra y a las mujeres la autodeterminación sobre sus cuerpos y sus vidas.
Lo que muestra, seguía diciendo Stasa, que la idea de nación es un mito, mítico y vacío, y que si ha de hablarse colonización habría que tener en cuenta que el primer grupo colonizado lo constituyen las mujeres. Los cuerpos de las mujeres son el territorio colonizado, tierra disponible para ser cultivada por unos –para el engrandecimiento de la patria propia- y arrasada por otros –para dominación y colonización de los enemigos-; frente a la autodeterminación de la nación, concluía Stasa, hay que oponer y reclamar la autodeterminación de las mujeres.
Extraído de 'Mujeres en pie de paz'. Carmen Magallón
0 comentarios:
Publicar un comentario