No socorremos a las personas desdichadas porque sean congéneres de nuestra especie, lo hacemos porque nos dan lástima, porque nos horroriza ponernos en su piel y porque aliviarlos nos hace sentir mejor.En realidad las víctimas anhelan algo más que una manta y un puñado de arroz, sueñan con escapar al ‘país de los blancos’ donde no existe el hambre, ni el desempleo y todos tienen un hogar. Para los humanitarios el gesto de 'la ayuda' es un acto generoso, romántico, idealista; necesitamos convertir al 'ayudado' en un ser desvalido. Las personas desfavorecidas...