Un padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre, le llevó a pasarse un par de días en el monte con una familia campesina; y pasaron tres días y dos noches en una granja de una familia muy humilde.
En el carro, retornando a la ciudad, el padre pregunto a su hijo "¿qué te pareció la experiencia?"… "muy buena" contestó el hijo con la mirada puesta a la distancia.
"¿Viste que tan pobre puede ser la gente?", "Sí"
"Y… ¿qué aprendiste?, insistió el padre…
"Vi que tenemos un perro en casa; ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardín; ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio; ellos tienen las estrellas. El patio llega hasta la pared de la casa del vecino; ellos tienen todo un horizonte de patio. Ellos tienen tiempo para conversar y estar en familia; tú y mamá tenéis que trabajar todo el tiempo y casi nunca os veo".
Al termina el relato, el padre se quedó mudo... y su hijo agregó: "Gracias, papi, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser".
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Una tarde, un ladrón entró en la cabaña y descubrió que allí no había nada para robar. En aquel momento llegó Ryokan de pasear y lo sorprendió. ‘No es posible que hayas caminado tanto para visitarme y que marches con las manos vacías. Hazme un favor, toma mi ropa como un regalo’. El ladrón quedó perplejo, pero tomó la ropa y se fue corriendo. Ryokan se sentó desnudo, y contempló la luna. ‘Pobre hombre, murmuró. Ojalá pudiera darle esta maravillosa luna”.
Extraído de la conferencia 'La filosofía del decrecimiento'.Joan Surroca i Sens.
Relatos sobre la pobreza
octubre 26, 2019
2 comments
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es muy cierto
ResponderEliminarXddddd
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