Miguel Valencia Mulkay - Ecomunidades
La búsqueda del crecimiento económico se ha convertido desde hace más de medio siglo en el objetivo principal de los gobiernos del mundo, muy por encima de cualquier otro objetivo; es el mantra de todos los días de los políticos modernos. Persistentemente, han alegado que el crecimiento económico produce empleos, salud, bienestar social y calidad de vida, entre otras fantasías que no corresponden con la realidad de los últimos 30 años, tanto en los países ricos como en países como México.
A partir de 1975, de acuerdo a muy diversos estudios internacionales, el crecimiento económico o su simple persecución (se dan caídas del crecimiento y recesiones) ha provocado un desquiciamiento social y ambiental en virtualmente todos los países del mundo. El aumento de la violencia y el esfuerzo por lograr el crecimiento económico van juntos en México desde hace muchos años: mientras mayores son los esfuerzos para conseguir este crecimiento económico, por medio de: facilidades para la inversión extranjera, construcción de megaproyectos, reducción de impuestos a los mas ricos, privatizaciones, flexibilidad laboral, desmantelamiento de sindicatos y de prestaciones sociales, aumento en el gasto militar y de seguridad interior, mayor es el aumento en la violencia intrafamiliar, escolar, laboral y en la vía pública.
El Libre Comercio ha favorecido principalmente a las actividades criminales, como el tráfico de armas, de personas, de narcóticos, de lavado de dinero. La violencia, al igual que la depredación ecológica, tiene su origen principal en el culto a los mercados, en los dogmas de la escasez, en el pensamiento económico dominante, en la religión de la economía y la finanza, promovida por las grandes universidades de EUA, por el Tec de Monterrey, el ITAM, el CIDE; mientras este pensamiento económico dominante no cambie seguirá en aumento la violencia en México y en el mundo. Las sociedades de crecimiento no pueden dejar de buscar el crecimiento, pues cuando entran en crecimiento lento o negativo se magnifican sus desgracias, como es el caso de México. Es necesario romper este dilema infernal, por medio de una política de descrecimiento (no confundir con decrecimiento involuntario), impulsado por una fuerte corriente política que ponga a la Naturaleza y a las culturas muy por encima de las consideraciones económicas.
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