La sociedad actual justifica su existencia con la promesa de satisfacer los deseos humanos y sus necesidades mediante los bienes materiales. En nuestro mundo la idea de libertad está asociada a la posibilidad de mayor consumo, a un mayor acceso a un número cada vez mayor de mercancías, en todo momento y en todo lugar los anuncios publicitarios nos recuerdan que tenemos que comprar y acumular para ser felices - ¡Qué importa si a ti te gusta! ¡Hazlo! -.
Entenderemos la libertad en un sentido positivo como la capacidad de obrar de una u otra manera o de no obrar, y en un sentido negativo como un estado o condición de no ser esclavo, de no estar dominado; de tal manera que somos responsables de nuestros actos. La libertad sería entendida como un acto transformador que nos permitiría a través del pensamiento y acción colectiva desmantelar la sociedad de dominación en la cual nos encontramos basada en el crecimiento del consumo.
Un primer paso hacia un modo de vivir alternativo vendría dado por la reflexión individual de cada persona en silencio, en soledad. En la vorágine de vida que llevamos, se hace difícil encontrar el momento y el lugar para soñar despierto. Vivimos rodeados de obstáculos que nos impiden hablar con nosotros mismos; ante esto utilizamos los prejuicios y los tópicos para hacer frente a las diferentes situaciones que son disonantes (las injusticias, las inmoralidades, las discriminaciones..).
Tenemos que tener en cuenta que el lenguaje es un conjunto de significados compartidos que con el paso del tiempo hace que se cosifiquen las palabras, los significados lejos de la experiencia que les dio origen pasan de estar vinculados a situaciones particulares a adquirir significados generales.
Pero, en un momento determinado los instrumentos simbólicos que utilizamos para comunicarnos resultan insatisfactorios para explicar lo que ocurre a nuestro alrededor, entonces damos vueltas y más vueltas en torno a un problema, se fluidifican y descongelan los sentidos petrificados de las palabras, tenemos la necesidad de recomponer nuestro mundo y mediante el pensamiento nos apropiamos de la realidad; queremos humanizarla y salir de la alineación a la que estamos sometidos.
Esperamos que otras personas entiendan lo que decimos, estamos actualizando un pensamiento, estamos haciendo un ejercicio de libertad porque hemos hecho de nuestro pensamiento un discurso público.
Es preciso un segundo paso; el mundo es un espacio de relación, vivimos en un mundo plural con personas diversas, necesitamos participar en él y compartir, tenemos que construir una alternativa a una realidad que no nos satisface mediante el diálogo, el confrontar nuestras pensamiento con el pensamiento de las demás personas, y de ahí nace un espacio de relación. Un espacio donde surgirá lo nuevo, un modo de vida alternativo que permita nuestra liberación colectiva.
La capacidad de actuar es lo que hace de la vida algo valioso. Actuar es nacer a un mundo de relaciones humanas del que se forma parte al tomar la palabra públicamente y al proponer, apoyar y realizar iniciativas en el espacio público. Cuando se actúa, precisamente porque no hay un fin de la acción – un producto, un objeto -, se inicia un proceso que opera en un mundo de ilimitada interrelación humana. Debemos compartir nuestra alegría con los demás.
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