Antonio Estevan
"Miro por mi ventana y veo el huerto, con el arbolado, los arbustos, la hierba... Naturaleza fija, aplicada a realizar su transporte vertical cotidiano. Sólo se ve moverse a algunos pájaros y a algunos insectos, y se intuye que algunos roedores y reptiles también se estarán moviendo por ahí. En total, algunos kilogramos de materia viva animal, a lo sumo, entre los cientos de toneladas de materia vegetal viviente que abarca la vista.
Más del 99 por ciento de la biosfera terrestre está formada por biomasa vegetal fija. La Naturaleza no está organizada para moverse, ni para soportar grandes movimientos a su través. Los ecosistemas terrestres se deterioran visiblemente cuando los atraviesan constantemente grandes masas en movimiento, ya se trate de rebaños de elefantes o de automóviles. La diferencia es que las huellas que dejan estos últimos son indelebles, y sus residuos son indigeribles por la Naturaleza, a diferencia de los que pueda expulsar hasta el más enorme paquidermo.
Lo que llamamos transporte, esto es, el movimiento horizontal masivo de personas y mercancías, es en su esencia una anomalía en el orden natural, que la Naturaleza no resiste. Aceptar esta realidad es imprescindible para entender las conflictivas relaciones que aparecen en todas partes entre medio ambiente y transporte. En realidad, a partir de un cierto punto, lo que se presenta es una elección: o medio ambiente, o transporte. La conciliación no es posible. No existe el transporte mecanizado masivo respetuoso con el entorno, ni la movilidad sostenible, si se está aludiendo a la movilidad motorizada masiva. Esas nociones son simples construcciones publicitarias, imprescindibles para tranquilizar a la población frente al crecimiento indefinido del transporte, y a sus visibles consecuencias.
Porque el transporte mecanizado masivo, allá donde llega a registrar altas intensidades, primero acaba con la Naturaleza, y acto seguido comienza a socavar las bases de la organización humana, haciendo el territorio inhabitable y deteriorando incluso las relaciones entre las personas, hasta que se acaba alterando esa compleja combinación de valores y relaciones materiales e inmateriales que llamamos “cultura”. Esta sería la fase terminal de la enfermedad del transporte, que sin embargo no suele acabar en colapsos repentinos, sino que se prolonga durante largo tiempo, tanto, que puede parecer indefinido."
Extraído de: Transporte contra natura. La inviabilidad ecológica del transporte horizontal. Antonio Estevan.
Hacia la reconversión ecológica del transporte en España. Antonio Estevan y Alfonso Sanz.
Las cuentas ecológicas del transporte. Alfonso Sanz, Pilar Vega, y Miguel Mateos.
Documental: 'Líneas discontinuas'.
Ya existe un nuevo sistema de transporte público masivo, llamado TranXRail, que por su rentabilidad y por no ser contaminante, reemplazará los anacrónicos sistemas convencionales.
ResponderEliminarhttp://www.sistracsa.com/prese.....tacion.doc
http://www.sistracsa.com/
Martín Jaramillo Pérez
Nuevo, lo que se dice nuevo, no es.
Eliminarhttps://es.wikipedia.org/wiki/Wuppertaler_Schwebebahn
(y este enlace sí que funciona).
Saludos.
Esta enfermedad no la conocía, muchas gracias
ResponderEliminar¿Qué ha pasado con este blog? Cuando empecé a seguirlo (hace años) publicaba artículos interesantes sobre cómo prosperar con menos.
ResponderEliminarÚltimamente solo se publican textos pesimistas donde cualquier aspecto del ser humano, hasta el más mínimo, se convierte en una terrible lacra para el planeta y para nosotros mismos.
Pues no, el transporte no es una enfermedad. El transporte es algo vital. Casi todos los vertebrados se desplazan, y no pocas distancias. Varios kilómetros al día, sin lugar a dudas, para poder conseguir lo que necesitan para vivir (agua, comida, refugio).
Es más, diría que los humanos, con nuestras ciudades, nos hemos hecho sedentarios (sendentarismo, una enfermedad real, por cierto). Nos quedamos en nuestros refugios, tranquilos, mientras unos pocos, ayudados de la maquinaria, nos acercan todo lo que necesitamos.
Si acaso, se podría decir que ahora hemos cambiado el transporte por necesidad, por el transporte por placer, léase turismo.
Hace falta decrecer y repensarse el transporte, pero desde luego es algo inherente a nuestra naturaleza, y necesario para nosotros.
Es más, ahora que me fijo, parece que este blog se está transformando en aquello que dijo que no debía hacerse, en aquella excusa que tienen los detractores para descalificarnos: decrecimiento desmedido e infinito.
EliminarEl artículo esta recuperado del año 2008 cuando lo publiqué, he actualizado los enlaces y puesto el autor del texto y su procedencia para hacer justicia a Antonio Estevan
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