decresita
Una aproximación a una realidad poliédrica
Cuando nos preguntamos cómo es la
sociedad donde vivimos, nombramos el mundo, y esta forma de entender
nuestra realidad está atravesada por una ideología que conforma
nuestra forma de habitar ese mundo.
Así las palabras: ‘Crecimiento’,
‘Progreso’, ‘Desarrollo’, ‘Libertad’, ‘Prosperidad’,
‘Riqueza’, ‘Igualdad’, ‘Globalización’, ‘Libre
Comercio’, ‘Libre Mercado’, ‘Democracia’, ‘Occidente’…
son normalmente utilizadas para describir la realidad en la que nos
encontramos, y además como una realidad deseable.
Intentamos definir esa realidad
percibida a través de [conceptos, imágenes, modelos,
representaciones, símbolos, metáforas, ficciones, utopías, mitos,
discursos, tradiciones, hábitos, ritos, cultos, ceremonias,
costumbres, supersticiones, teorías, ideas, imágenes, patrones,
normas, estructuras, paradigmas, silencios…] que nos atraviesan,
diferentes miradas que proyectan como nombramos esa realidad, como se
definen las diferentes estructuras que conforman las relaciones entre
las personas, las jerarquías que definen el lugar que cada uno
ocupa, como se modela ese domino de unas personas sobre otras, como
se modelan las interrelaciones entre las diferentes instituciones,
como se naturaliza la desigualdad entre los diferentes miembros de
esa sociedad , quien toma las decisiones y como se generan las
conductas de las hombre y mujeres en el quehacer diario...
Este mundo no es perceptible a simple
vista, estamos en él, como los peces en el agua que no la perciben
sino que están en ella; por ello debemos hacer un esfuerzo por
describir este mundo complejo que habitamos, porque la realidad la
percibimos con naturalidad, pero es compleja de definir, de
describir… mirar requiere atrevimiento, coraje, trabajo, y voluntad
de querer entender.
La era de los
Hidrocarburos
Nuestro mundo tiene una base
energética, en el cual por una parte entran los recursos materiales
y se transforman para producir un modo de vida que debería
satisfacer las necesidades humanas [aunque en realidad sirve para la
apropiación del mismo por parte de unos pocos], por otro lado se
generan residuos en un proceso biodinámico que es movido por la
energía que se encuentra disponible en un determinado entorno, sobre
el cual se sustenta todo el armazón social, político económico y
cultural.
Nuestra sistema económico-productivo,
nuestro modo de vida son posibles gracias a la disponibilidad de una
fuente de energía abundante y barata que proviene de los
combustibles fósiles, siendo su presencia necesaria en los procesos
productivos tanto en forma de materia prima como en forma de energía,
empleada en el transporte y en la fabricación de los bienes de
consumo.
El crecimiento sostenido de la economía
mundial durante las últimas décadas ha sido propulsado por un
continuo incremento en el uso de los combustibles fósiles. La
industria, la electricidad, el transporte, la construcción, el
turismo, la agricultura..., están entrelazados indisolublemente con
la extracción de petróleo, gas natural y carbón.
Nuestro sistema agroindustrial que nos
proporciona la alimentación está sustentado en el uso del gas
natural y el petróleo, por la intensiva utilización de pesticidas,
plaguicidas, fertilizantes y el uso del transporte motorizado para
mover las ‘mercancías agrarias’ de un lugar a otro del planeta.
Si bien la abundante disponibilidad de
petróleo ha posibilitado que un tercio de la población mundial
disfrute de un alto nivel de vida (y consumo energético), este ha
sido a base de sobreexplotar los recursos naturales del planeta,
aniquilar culturas, y aprovecharse del uso de mano de obra en
condiciones infrahumanas, así como de contaminar los ecosistemas a
un ritmo muy superior al que puedan regenerarse.
Esta mayor disponibilidad de energía
sustentada en la en la utilización de los combustibles fósiles,
principalmente el petróleo, pero también el gas natural y el carbón
ha permitido añadir complejidad a nuestra civilización y configurar
un sistema productivo termoindustrial basado en la transformación de
los materiales a través del calor (mediante la combustión),
provocando la contaminación de la atmósfera, las aguas y la tierra.
La ideología
Tecnológica
Así, el funcionamiento de nuestro
mundo se manifiesta por el ascenso de la sociedad técnica, el
carácter maquínico propicia el ascenso de un sistema tecnológico
en el cual los humanos nos hemos convertido en un engranaje de este
gigante termoindustrial. Nuestra sociedad se ha transformado en una
megamáquina cibernética, que se eleva sobre lo social, lo político
y lo económico absorbiendo todos los componentes de nuestra cultura.
Los móviles, los ordenadores, la
televisión, los automóviles, se han hecho objeto omnipresentes en
nuestro paisaje cotidiano, se presentan ante nosotros como fruto del
progreso [el cambio a mejor, la eficacia, el ir hacia delante]; La
tecnología inspira respeto y fascinación, se nos ofrece como
solución a todos nuestros problemas: acabarán con el hambre en el
mundo (primero con la revolución verde, ahora con los transgénicos),
habrá energía ilimitada (primero con la energía nuclear, ahora con
las energías limpias), iremos a Marte (primero con la carrera
aeroespacial, próximamente con el teletransporte)…
Se conforma en el imaginario colectivo
un conjunto de ideas, creencias y opiniones que van acondicionando a
las personas para la convivencia con el aparato tecnológico,
aprendiendo a hacer la compra ante los ordenadores, a charlar a
través de los celulares, a comer alimentos procesados… lo que
provoca un aislamiento social que fomenta el individualismo.
El sistema tecnológico en su conjunto
sirve a los intereses de las oligarquías dominantes ya que las
decisiones sobre la investigación científica y los medios que le
son asignados se concentran en manos del Estado y las grandes
empresas; también gracias a la deriva tecnólogica se permite un
control del trabajo, la división de éste en diferentes jerarquías,
y la especialización que conlleva un sinsentido a la tarea de
trabajar; por supuesto, el acceso a la utilización de la tecnología
como forma de consumo queda en manos de las personas que viven en el
mundo occidental y las minorías de los países del sur.
Nuestra capacidad emocional para
representarnos el peligro de las herramientas modernas queda obsoleta
ante sus descomunales capacidades de destrucción, creando
dependencias en su utilización [se hace necesario el vehículo
privado para ir a trabajar, que se hace necesario para pagar las
letras del coche], y creando estados tecnológicos de carácter
irreversible [desaparecen los espacios para que los niños puedan
jugar, llevándolos a la utilización de aparatos de pantalla e
inmovilizándolos], también aparecen los accidentes totales como las
fugas radioactivas de Chernobil o Fukushima.
La sociedad Patriarcal
Podemos definir el patriarcado como una
estructura de dominación construida para la apropiación del cuerpo,
de la procreación y de la crianza que llevan a cabo las mujeres, por
parte de los hombres, convirtiéndose éstos en hegemónicos y
ostentando el poder sobre las mujeres, mediante justificaciones
ideológicas que ser articulan sobre una base social.
La aparición del patriarcado pudo
llevarse a cabo por la necesidad de hombres para la guerra, acto para
el cual los miembros masculinos de la raza humana más aptos para
esta función, valorándose más las actividades masculinas en la
división de tareas que realizan las mujeres y los hombres.
En los diferentes contextos históricos
y sociales siempre las actividades masculinas [negadas a las mujeres
en función de costumbres y creencias] serían más valoradas,
invisibilizando los trabajos que llevan a cabo las mujeres
[principalmente el cuidado de las personas], negándose los hombres a
realizar este tipo de tareas que se presentan como tareas de orden
inferior; Se llega a naturalizar este reparto de ocupaciones en
función del conjunto de ficciones, mitos y discursos que construyen
la realidad que favorece a la población masculina.
La economía
Capitalista
Nuestra realidad productiva se comporta
dentro de los parámetros de una economía capitalista, teniendo el
aparato productivo que ofrecer siempre más. Esto genera un
crecimiento de la economía que siempre necesita más recursos
energéticos, más recursos materiales y más espacios naturales para
poder desarrollarse.
En este sistema productivo las mercancías tienen un doble valor:
- Por un lado el valor de uso; es decir la aptitud que tiene un objeto para satisfacer una necesidad.
- Por otro lado el valor de cambio que es cómo se denomina a
la proporción en que se intercambian diferentes valores de uso;
para ello se utiliza el dinero.
La suma de los valores de cambio en
manos de un sujeto es lo que se denomina capital y es acumulable.
Los capitalistas (dueños del capital), mediante la apropiación de la plusvalía en la circulación de las mercancías, acumulan más capital; es decir cada vez que el circuito se completa el sistema crece; y este crecimiento es necesario para que el sistema siga fluyendo. El crecimiento es intrínseco al capitalismo, sin él, el sistema se muere.
La cultura Occidental
Occidente imbuye de valores
civilizacionales el resto del planeta, nuestra herencia cristiana y
el racionalismo, se expanden por todos los rincones del planeta, un
nuevo concepto debe ser asimilado por todas las culturas: El
progreso.
Así, denominaremos Cultura Occidental
al proceso histórico que apareció en Grecia alrededor del siglo VI
a. De C. y que define el modo de percibir y manejar la realidad
mediante la razón, lugar común donde diferentes personas construyen
su identidad a través de un banco de representaciones mentales
compartidas que definen el sentido de la verdad.
Históricamente, la cultura occidental hunde sus raíces en el pensamiento griego, donde la idea de Naturaleza (phisis) [como aquello que las cosas son y que desde ellas mismas determina su modo de comportarse], exige una explicación racional (logos).
Se produce de esta manera la primera herida: la misma naturaleza – que se percibe como única e inmutable - con el proceso lógico de pensamiento deja fuera otras maneras de acercarse a la realidad.
“La racionalización tiene una obsesión: hacer legible lo real. Se ha dado a la palabra realidad un sentido restringido: no se ve en lo real lo indomesticable, aquello que al mismo tiempo somos y nos oprime, estimula, enciende, abruma, aterra o enamora.”
María Zambrano
Otro de los sostenes de esta cultura occidental lo conforma la doctrina cristiana, que integra al hombre occidental en el mundo a través de la fe, mediante la división del cuerpo y el alma y la supremacía de ésta. El pecado fruto del alejamiento de la fe representa el castigo de Dios por tener cuerpo. Un ente superior juzga y obliga mediante el miedo al sometimiento del cuerpo y la represión del placer.
“El ‘alma’ es la unidad imaginaria que compensa el cuerpo realmente despiezado”
Jesús Ibañez
Un tercer soporte histórico lo constituye la ilustración: el conjunto de ideas - cuyos pilares son una visión mecanicista del mundo y el perpetuo mejoramiento - que iluminan nuestra época moderna en la creencia de que la humanidad evoluciona hacia su punto culminante: ‘la civilización cristiana occidental’: el supuesto ‘fin de la historia’ adelantado por Francis Fukuyama gracias a la libertad, la igualdad y el progreso.
“La superstición del progreso es el veneno que corroe nuestro cuerpo”
Simone Weil
Occidente ha organizado el vivir colectivo en torno a la supremacía de ‘la razón’, y en ella se han justificado las diferentes formas de jerarquía y dominación; la invención de estructuras sociales, económicas, políticas, religiosas... son racionales dentro de su propia lógica.
Quien determina que es la verdad mediante ‘la razón’, legitima su poder: el derecho a la propiedad, el derecho a la conquista, el derecho a la colonización... y éste es siempre un hombre, blanco, culto, rico, urbano... los que definen las lógicas del sentido de las diferentes sociedades occidentales, esto es, los que nos dan un nombre, dicen que comemos, que vestimos, ordenan nuestro imaginario colectivo y dan significado a lo que tenemos alrededor.
Históricamente, la cultura occidental hunde sus raíces en el pensamiento griego, donde la idea de Naturaleza (phisis) [como aquello que las cosas son y que desde ellas mismas determina su modo de comportarse], exige una explicación racional (logos).
Se produce de esta manera la primera herida: la misma naturaleza – que se percibe como única e inmutable - con el proceso lógico de pensamiento deja fuera otras maneras de acercarse a la realidad.
“La racionalización tiene una obsesión: hacer legible lo real. Se ha dado a la palabra realidad un sentido restringido: no se ve en lo real lo indomesticable, aquello que al mismo tiempo somos y nos oprime, estimula, enciende, abruma, aterra o enamora.”
María Zambrano
Otro de los sostenes de esta cultura occidental lo conforma la doctrina cristiana, que integra al hombre occidental en el mundo a través de la fe, mediante la división del cuerpo y el alma y la supremacía de ésta. El pecado fruto del alejamiento de la fe representa el castigo de Dios por tener cuerpo. Un ente superior juzga y obliga mediante el miedo al sometimiento del cuerpo y la represión del placer.
“El ‘alma’ es la unidad imaginaria que compensa el cuerpo realmente despiezado”
Jesús Ibañez
Un tercer soporte histórico lo constituye la ilustración: el conjunto de ideas - cuyos pilares son una visión mecanicista del mundo y el perpetuo mejoramiento - que iluminan nuestra época moderna en la creencia de que la humanidad evoluciona hacia su punto culminante: ‘la civilización cristiana occidental’: el supuesto ‘fin de la historia’ adelantado por Francis Fukuyama gracias a la libertad, la igualdad y el progreso.
“La superstición del progreso es el veneno que corroe nuestro cuerpo”
Simone Weil
Occidente ha organizado el vivir colectivo en torno a la supremacía de ‘la razón’, y en ella se han justificado las diferentes formas de jerarquía y dominación; la invención de estructuras sociales, económicas, políticas, religiosas... son racionales dentro de su propia lógica.
Quien determina que es la verdad mediante ‘la razón’, legitima su poder: el derecho a la propiedad, el derecho a la conquista, el derecho a la colonización... y éste es siempre un hombre, blanco, culto, rico, urbano... los que definen las lógicas del sentido de las diferentes sociedades occidentales, esto es, los que nos dan un nombre, dicen que comemos, que vestimos, ordenan nuestro imaginario colectivo y dan significado a lo que tenemos alrededor.
El orden liberal
El orden liberal se enmarca dentro de
una sociedad donde el libre mercado y la propiedad se asocian a la
palabra ‘libertad’, y se utiliza al Estado como arma arrojadiza
contra una pretendida prosperidad que supuestamente sería inherente
al nuevo orden.
Las principales características que definen el liberalismo son:
- La libertad del individuo como el
valor supremo.
- El 'derecho natural' a la propiedad
privada.
- El libre mercado como base del
crecimiento económico y progreso social
- Y el Estado como garante de estos
derechos.
Estas son las ideas más importantes
que se desprenden de los autores liberales desde el siglo XVII;
destacando entre otros: Tomas Hobbes, John Locke, Adam Smith, Stuart
Mill, David Ricardo, etc...
Según Locke en el estado natural
resulta difícil una defensa racional de los derechos individuales
(y, muy especialmente, el derecho de propiedad); se hace necesario un
orden social y una ley objetiva que remedia las desventajas del
estado natural. Para Locke las sociedades políticas son algo útil y
adecuado para salvaguardar el disfrute pacífico de los ‘derechos
naturales’. Para fundamentar racionalmente la sociedad política se
vale de la figura del ‘contrato social’: un pacto entre todos los
individuos para renunciar a parte de su libertad, para poder gozar de
ella con mayor seguridad, aceptando someterse a la voluntad de la
mayoría. -Hobbes habla de someterse a una ‘autoridad’ al ser el
hombre malo por naturaleza ‘homo homini lupus’-.
Para el liberalismo los derechos son
inviolables, nadie puede interferir en ‘lo mío’ y limitar lo que
‘yo puedo hacer’. El Estado y las instituciones deben garantizar
los derechos que aseguran que los individuos no se ven interferidos
en sus decisiones y sus acuerdos mediante las leyes y haciendo valer
su cumplimiento.
La propiedad privada es un 'derecho
natural' que debe ser defendido por el Estado. El esfuerzo del
individuo en sus tareas está relacionado directamente con el deseo
egoísta de progresar económicamente y acumular riquezas en forma
personal.
“Por consiguiente, la mayor y
principal finalidad que persiguen los hombres al reunirse en Estados,
sometiéndose a un gobierno, es la protección de su propiedad,
protección que es incompleta en el estado de naturaleza.”
John Locke
La justificación del genocidio
colonial llevado a cabo por las naciones europeas en África,
América, Asia y Oceanía se basaba en la ausencia del Estado de las
zonas colonizadas y por tanto el derecho de propiedad sobre ‘todo
lo que se tomaba’.
La ‘mano invisible’ es una metáfora
que expresa en economía la capacidad autorreguladora del libre
mercado, mediante este se consigue distribuir la riqueza de bienes y
servicios de manera más eficiente para producir más crecimiento,
mas desarrollo y mayor progreso y prosperidad. El libre mercado
complace los deseos de los que tienen dinero en función del
mecanismo de oferta y demanda.
El liberalismo supone un parapeto
intelectual tras el cual se refugia la clase social de la burguesía
para defender sus privilegios y justificar así la desigualdad social
y los mecanismos de acaparamiento de recursos por parte de una
minoría. Se trata de presentar como ‘natural’ una forma de
construir el mundo basado en la explotación de la mayoría de las
personas y de la naturaleza.
“Si cada uno es lo que vale, entonces
está donde se merece”.
Lo demás es poesía.
La época colonial
A lo largo de la historia han sido
muchas las conquistas que han llevado a cabo unas naciones sobre
otras; la violencia y el robo ha sido moneda común de los Estados
para lograr hacerse con los recursos de otro territorio, fue común
invocar el nombre de Dios. Pero a partir del siglo XV Occidente,
además de llevar a cabo una conquista con robo y violencia sobre
otros territorios, intenta justificar los hechos amparándose en ‘la
razón’, e inventándose unas justificaciones para avalar la rapiña
y el exterminio que sometieron a otros pueblos.
Denominaremos entonces colonialismo, a
la justificación ideológica de la dominación que lleva a cabo una
nación sobre un territorio y una población mediante una
argumentación justificativa llevada a cabo por las élites del país
dominante.
Así, la conquista de América por
parte de la España de los Reyes Católicos provocó la diezma de los
habitantes y el expolio de oro y plata de lo hoy conocido por
Hispanoamérica; para ello se apoyan en la evangelización de la
población que estaba en el continente pues no conocían a Dios, pero
también se teoriza sobre la superioridad sobre esos ‘indios’
barbaros, incultos e inhumanos, proponiendo bien el exterminio, bien
su civilización.
En la zona norte de América el Imperio
Británico exterminó a los habitantes que vivían allí, debido al
excedente demográfico de la isla; África, Asia y Oceanía también
fueron colonizados por los Imperios Coloniales ( Bélgica, Alemania,
Francia, Holanda..)
En el siglo XX aparecen los procesos de
descolonización, entonces Occidente inventa otra manera de
colonización a la que se le denomina Globalización.
La época de la
Globalización
La apropiación de los recursos
energéticos y materiales para el ‘desarrollo’ de las naciones
del Norte necesito de un proceso de colonización encubierto que
permitiera su legitimación ante las doctrinas ilustradas (derechos
del hombre) que se legitimaban en los países occidentales y
obligaban a los países de la periferia.
Apareció entonces el término
Globalizacion. Para ello se emplea el libre comercio y el manejo
financiero de los mercados mediante instituciones internacionales
como el FMI, el BM, o la OMC, y los tratados internacionales entre
Países Ricos y Países Empobrecidos, en una hipócrita apertura de
mercados de los últimos mientras los primeros defienden sus
industrias a través de subvenciones y aranceles.
El saqueo es ahora participado por las
élites minoritarias de los países del sur que maman de las grandes
transacionales, los emporios mediático-finanancieros, y los lobbys
de los países ricos, todo cubierto con un manto de legitimidad
jurídico-política.
El sistema Estatal
Podemos definir el Estado como la
estructura jerarquizada que se proyecta mediante instituciones y
organismos sobre una determinada población y territorio e intervine
en los diferentes ámbitos del orden político, económico, social y
cultural al servicio de las clases dirigentes.
El Estado se sustenta en un aparato
jurídico-militar del que emana el uso lícito de la violencia.
Se presenta como una construcción
ideológica consagrada en una identidad nacional (la patria) producto
del progreso histórico del proceso civilizatorio.
El Estado se conforma entonces, como un
sistema de dominación nacido hace unos 5.000 años con la creación
de una sociedad jerarquizada que permitía el control de los recursos
de forma centralizada a través de las elites (soldados, sacerdotes y
burócratas)
Actualmente los Estados (hijos de la
Revolución Francesa y su división de poderes) a través de los
Tratados Internacionales, subordinan su soberanía a otras
organizaciones supraestatales como el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio, o
bien se atan a través de tratados de libre comercio a la lógica del
mercado.
En estas condiciones las decisiones que
rigen la vida de las personas quedan en manos de las grandes
compañías multinacionales que tienen la capacidad de manejar los
hilos de la economía mundial a su antojo, dejando al Estado la
gestión de los ajustes económicos que imponen de manera ‘blanda’
a través de los medios de comunicación, los fármacos…, o bien de
manera ‘dura’, a través de la represión policial-militar.
El gobierno Democrático
Si entendemos el Estado como el
paradigma de las relaciones jerárquicas en las cuales el principal
objetivo es la acumulación, y esta se ofrece a la vista de todas las
personas como la riqueza a la que sólo pueden acceder las élites;
entonces ésta infamia injustificable debe esconderse tras el manto
de de un imaginario legitimante; en nuestra sociedad lo denominamos
‘democracia’ [el poder del pueblo]
A partir de la Revolución francesa el
ascenso de la burguesía necesita de un elemento para legitimarse
ante el pueblo de ahí el lema: ‘libertad, igualdad, fraternidad’.
Para ello las nuevas élites ilustradas dividen el poder en tres: el
poder legislativo (que hace las leyes) el poder ejecutivo (que las
hace cumplir) y el poder judicial (que sanciona a los incumplidores);
y todo ello aderezado con una Constitución, es decir una ley
constituyente (de un nuevo orden que hace borrón y cuenta nueva) que
se basa en los ‘derechos del hombre’.
Los ‘derechos del hombre’ sirven de
coartada al nuevo orden, ni tan siquiera el proceso colonizador en
pleno apogeo, a finales del siglo XVIII libera a los nuevas personas
sometidas, ni las mujeres, ni los miembros de otras etnias, ni los
pobres… Los partidos políticos aparecen como una diversidad capaz
de gobernar de diferentes maneras, aunque en realidad sirven de
sostén político de una realidad social jerarquizada y dominada por
las élites dueñas del capital (la burguesía).
En realidad la democracia
representativa, los partidos políticos, las votaciones… forman
parte de un escenario donde las decisiones que afectan e inciden en
el orden social, político, económico, cultural… son tomadas por
un pequeño número de personas y familias que se corresponde con los
dueños de la riqueza material.
El mundo Moderno
La modernidad es un período histórico
que aparece, especialmente, en el norte de Europa, al final del siglo
XVII y se cristaliza al final del siglo XVIII. Conlleva todas las
connotaciones de la era de la ilustración, que está caracterizada
por instituciones como el Estado-nación, y los aparatos
administrativos modernos. Tiene, por lo menos, dos rasgos
fundamentales que todos los teóricos enfatizan.
El primero es la autorreflexidad. Giddens y Habermas quieren decir con esto que la modernidad es ese primer momento en la historia donde el conocimiento teórico, el conocimiento experto se retroalimenta sobre la sociedad para transformar, tanto a la sociedad como al conocimiento. Eso con la era de la información ha llegado a un nivel supersofisticado. Las sociedades modernas, distinguiéndolas de las tradicionales, son aquellas sociedades que están constituidas y construidas, esencialmente, a partir de conocimiento teórico o conocimiento experto.
Para dar un ejemplo, la diferencia estereotipada entre sociedad tradicional y sociedad moderna. En la sociedad tradicional, —un grupo étnico en el Amazonas hace 30 o 40 años—, las normas que rigen la vida diaria son generadas endógenamente a través de relaciones cara a cara, en el día a día, históricamente. En las sociedades modernas las normas que rigen la vida cotidiana, que determinan cómo significamos, cómo interpretamos, cómo vivimos nuestra vida, no están producidas a ese nivel de la relación cara a cara, sino que están producidas por mecanismos expertos, impersonales, que parten del conocimiento experto en relación con el Estado.
La segunda característica de la modernidad que Giddens enfatiza es la descontextualización, que es el despegar, arrancar la vida local de su contexto, y que la vida local cada vez es más producida por lo translocal. Por eso muchos movimientos sociales hablan de resituar la vida local en el lugar.
Culturalmente, la modernidad es caracterizada en términos de la creciente apropiación de las hasta entonces dadas por sentadas competencias culturales, por formas de conocimiento experto asociadas al capital y a los aparatos administrativos del Estado –lo que Habermas (1987) describe como una creciente racionalización del mundo-vida–. Filosóficamente, la modernidad implica la emergencia de la noción de "Hombre" como fundamento de todo conocimiento del mundo, separado de lo natural y lo divino (Foucault 1973, Heidegger 1977).
La modernidad es también vista en términos del triunfo de la metafísica, entendida como una tendencia –extendida desde Platón y algunos presocráticos hasta Descartes y los pensadores modernos, y criticada por Nietzsche y Heidegger entre otros–, que encuentra en la verdad lógica el fundamento para una teoría racional del mundo compuesto por cosas y seres cognoscibles y controlables. Vattimo (2000) enfatiza la lógica del desarrollo –la creencia en el perpetuo mejoramiento y superación– como crucial para la fundación filosófica del orden moderno.
El primero es la autorreflexidad. Giddens y Habermas quieren decir con esto que la modernidad es ese primer momento en la historia donde el conocimiento teórico, el conocimiento experto se retroalimenta sobre la sociedad para transformar, tanto a la sociedad como al conocimiento. Eso con la era de la información ha llegado a un nivel supersofisticado. Las sociedades modernas, distinguiéndolas de las tradicionales, son aquellas sociedades que están constituidas y construidas, esencialmente, a partir de conocimiento teórico o conocimiento experto.
Para dar un ejemplo, la diferencia estereotipada entre sociedad tradicional y sociedad moderna. En la sociedad tradicional, —un grupo étnico en el Amazonas hace 30 o 40 años—, las normas que rigen la vida diaria son generadas endógenamente a través de relaciones cara a cara, en el día a día, históricamente. En las sociedades modernas las normas que rigen la vida cotidiana, que determinan cómo significamos, cómo interpretamos, cómo vivimos nuestra vida, no están producidas a ese nivel de la relación cara a cara, sino que están producidas por mecanismos expertos, impersonales, que parten del conocimiento experto en relación con el Estado.
La segunda característica de la modernidad que Giddens enfatiza es la descontextualización, que es el despegar, arrancar la vida local de su contexto, y que la vida local cada vez es más producida por lo translocal. Por eso muchos movimientos sociales hablan de resituar la vida local en el lugar.
Culturalmente, la modernidad es caracterizada en términos de la creciente apropiación de las hasta entonces dadas por sentadas competencias culturales, por formas de conocimiento experto asociadas al capital y a los aparatos administrativos del Estado –lo que Habermas (1987) describe como una creciente racionalización del mundo-vida–. Filosóficamente, la modernidad implica la emergencia de la noción de "Hombre" como fundamento de todo conocimiento del mundo, separado de lo natural y lo divino (Foucault 1973, Heidegger 1977).
La modernidad es también vista en términos del triunfo de la metafísica, entendida como una tendencia –extendida desde Platón y algunos presocráticos hasta Descartes y los pensadores modernos, y criticada por Nietzsche y Heidegger entre otros–, que encuentra en la verdad lógica el fundamento para una teoría racional del mundo compuesto por cosas y seres cognoscibles y controlables. Vattimo (2000) enfatiza la lógica del desarrollo –la creencia en el perpetuo mejoramiento y superación– como crucial para la fundación filosófica del orden moderno.
Epílogo
Podemos concluir que nos acercamos a la
realidad desde diferentes miradas que se cruzan, se interrelacionan y
ofrecen un mosaico subjetivo del mundo en el que habitamos, en el que
estamos inmersos y que es vivido de diferente manera según el lugar
que se ocupe.
Este trabajo es una de esas miradas,
que intenta observar pero que se encuentra dentro de éste entramado
que intentamos deconstruir.
Hola, he leído este artículo y me parece de lo más interesante. Estoy redactando la introducción de un catálogo para una exposición de arte contemporáneo y quisiera utilizar algún párrafo, por supuesto acreditando su origen y autoría. Caso afirmativo qué nombre debe figurar en los créditos? Gracias
ResponderEliminarMi nombre es Antonio Olmos y puedes dejar tu mensaje en el siguiente correo: dadaolmos@gmail.com
Gracias
Gracias, muy conciso. Utilizaré lo aprendido para mis reportes.
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