Julio García Camarero (autor de “El Decrecimiento feliz y el desarrollo humano”)
“En casa del sabio la riqueza es esclava, en la del necio señora”
Lucio Anneo Séneca.
El neoliberalismo global y el marketing nos plantean que el desarrollismo, consumismo y el crecimiento económico es la única fuente de satisfacción y de felicidad, así como la obtención exclusiva de bienes materiales. Lo cual solo se logrará obtener, en el mejor de los casos, a costa de caer en el CONSUMISMO de la eterna insatisfacción e infelicidad, que nada tiene que ver con el sano y necesario CONSUMO. Y solo consigues este consumismo a fuerza de exponerte a una total entrega a un trabajo enajenado, del cual sólo te corresponde una milésima de la riqueza que produces, y todo ello sin que tu intenso trabajo, te aporte la menor sensación de creatividad, que es una de las nueve necesidades básicas del hombre/mujer.
Disminución de la biodiversidad, agotamiento de recursos, contaminación, el cambio climático, etc. todos estos males solo tienen un culpable el despilfarro humano. O lo que es lo mismo, el CONSUMISMO del consumidor de seudo necesidades. Por ello resulta indispensable saber distinguir entre CONSUMO y CONSUMISMO.
Existen dos frases paralelas de pensamiento profundo y de expresión breve. Estas son:
“En casa del sabio la riqueza es esclava, en la del necio señora” (Lucio Anneo Séneca);
“Todo necio confunde valor y precio” (Antonio Machado):
El citado pensamiento de Séneca ha sido es y será de aplicación constante. Es una necedad dar más valor al tener que al ser.
La segunda frase, la de Antonio Machado, nos aproxima al sabio estoicismo de Séneca a la vez que a un mundo actual mercantilizado en donde absolutamente a todo se le pone precio.
También podemos acercarnos a este pensamiento senequiano, y a lo más cotidiano del actual neoliberalismo global, admitiendo que “todo necio confunde consumo y consumismo”. Y es que es una necedad confundir el sano CONSUMO con el asesino CONSUMISMO. Es una necedad condenar el CONSUMO como si de CONSUMISMO se tratara.
Y es que el consumo no solo es necesario, es indispensable para sobrevivir. No se trata de volver al neolítico, y aunque volviéramos tendríamos inevitablemente que consumir. Los indígenas de la selva amazónica consumen iguanas, y viven mucho mejor, y sobre todo mucho más felices, que esas personas del primer mundo que arrastran su pesada obesidad y su eterna insatisfacción consumista, a la vez que el carrito de súper repleto de comida basura, y que a la vez arrastra la desgracia de una hipoteca inacabable y un trabajo enajenado exhaustivo.
Y es que sin consumo no hay vida,… las plantas, los animales, los hombres, consumen alimentos, agua, aire y energía. Es necesario consumir para sobrevivir.
Pero es que no se trata solo de sobrevivir, el objetivo debe de ser vivir bien, y ello no se consigue consumiendo mucho, como nos quiere hacer creer este neoliberalismo galopante, aunque ya próximo a la crisis final.
Es un error confundir la cantidad con la calidad. Se trata de consumir calidad. La calidad viene dada principalmente por la mesura, la diversidad y la espiritualidad. Es necesario consumir liberación, liberación de trabajo enajenado, liberación de complejos de inferioridad, liberación de caer en el consumismo, etc.
¡Claro que hay que consumir!, y lo más prioritario e indispensable es consumir BIENES RELACIONALES. Es decir, los sentimientos compartidos, los verdaderos acercamientos entre personas, el amor, la espiritualidad, la sensibilidad compartida, el apoyo mutuo, la convivencialidad, etc. Es extremadamente importante consumir todos estos bienes, y tener tiempo para ello. Es extremadamente importante no confundir el consumo de bienes de uso y de espíritu con el consumo de bienes crematísticos. Esta confusión está llevando a la humanidad al caos y a su suicidio, al odio generalizado y al crimen.
Y también hay que consumir bienes materiales, son indispensables, hay que consumir alimentos, pero no cualquier alimento basura en cantidad, sino los justamente suficientes en calidad y en cantidad. Hay que vivir bien.
Hay que consumir ropa y utensilios que sean medios de vida y solo los justamente suficientes, en calidad y en cantidad.
Es absolutamente necesario condenar y terminar con la obsolescencia programada y la moda. Si no fuera por el desvarío de la OBSOLESCENCIA PROGRAMADA, conectada directamente a la PLUSVALÍA (que se usa como pretexto y falsa justificación la conservación de los puestos de trabajo (2) y por la “droga de la moda”, no existiría el CONSUMISMO, y de resultas casi no habría que trabajar en trabajos enajenados asalariados, en consecuencia, cada persona dispondría de infinidad de horas libres para poder consumir muchos BIENES RELACIONALES (3).
Pero es que además también hay que consumir bienes materiales sofisticados. No hay que tener recelo de ellos, pues no se trata de volver al neolítico y de tirar por la borda toda la acumulación del conocimiento, retenida y transmitida durante milenios y milenios. Se trata de saber valorar y aprovechar justamente esta acumulación de saber. Porque ello es, precisamente, el verdadero progreso de la humanidad, el verdadero progreso y el admirable desarrollo de la Idea (4).
No hay que caer en la simpleza de rechazar las palabras desarrollo y progreso, por el simple hecho de que estas hayan sido infinitamente maltratadas y desfiguradas, sobre todo en los tres últimos decenios de neoliberalismo. Maltratadas por el capitalismo, a puñetazos, a botazos, y lo que es mucho peor a fuerza de mentiras, de engaños y de hipocresía, y todo para salvar la LLAMA SAGRADA DE LA PLUSVALÍA. Así es la fanática religión del capitalismo. La única religión extendida en todos los centímetros cuadrados de la superficie terrestre.
Tal vez, la labor más urgente para la consecución del DECRECIMIENTO sea hacer un gran esfuerzo para saber reencontrar el verdadero sentido de muchas palabras, que han sido -por este nazi-capitalismo que padecemos- extremadamente desfiguradas, invertidas en su significado, maltratadas y encerradas en el campo de concentración del PENSAMIENTO ÚNICO.
Pongamos algunos simples ejemplos para poder comprender mejor esto:
Nos hacen confundir el progreso de la humanidad con el crecimiento crematístico de la plusvalía.
El desarrollo y la felicidad humana con el crecimiento y la acumulación de capital para una extremadamente minúscula oligarquía.
Desarrollo de una nación con el crecimiento económico de sus caciques o mafiosos, a costa de un aumento de la explotación, la corrupción y de la hambruna.
Nos hacen confundir el consumo para una buena calidad de vida, con el consumismo perjudicial para el que consume, pero muy beneficioso para el que produce esa seudo necesidad a consumir, muy beneficioso para la acumulación de plusvalía.
Y así podríamos seguir poniendo ejemplos de conceptos y palabras a las que les han dado un sentido incluso totalmente opuesto al de su verdadero origen. Palabras que no debemos, confundidos, rechazar, sino rescatar, restituir en todo su verdadero valor.
Y es que, según acabamos de mencionar, también hay que consumir BIENES MATERIALES SOFISTICADOS.
Por ejemplo el mocho, aunque suponga una sofisticación mínima, fue una liberación del hombre, aunque, a decir verdad, más de la mujer que del hombre,… aún friegan los suelos muchísimas más mujeres que hombres. Sin embargo consumir mocho no altera mucho la capacidad de carga de la biosfera.
La lavadora también fue una liberación de la mujer, gracias a ella puede llevar una vida menos dura y gozar de mas tiempo libre de recreación. Pero el tiempo así ganado no debe de emplearse en el aumento de horas de trabajo enajenado, no deseado, aumento solo realizado para cubrir las necesidades monetarias que inducen a una precarización del trabajo, menos seguridad en la continuidad del empleo, menos poder adquisitivo para cubrir las necesidades mínimas, etc.
En sentido completamente opuesto, hay que decir que, por ejemplo y por el contrario, el que una mujer pueda ser guardia civil o soldada en Irak, no debe de considerarse como un consumo de progreso de la humanidad, es más bien es consumir y consumar un terrible retroceso.
También, la mujer debe de consumir la liberación que supone el que su relación con el hombre sea de tipo horizontal; no debe de ser superior ni el ni ella. Pero ello no debe ser motivo de que la mujer deba ser idéntica al hombre, debe de tener sus mismos derechos, pero no debe de ser idéntica al hombre. Hay que defender la diversidad de sexos, la cual está siendo anulada, sin que nos demos cuenta, por el “pensamiento único”. El símbolo de que la mujer se ponga pantalones o que el negro se tiña su piel de blanco, no es en absoluto una liberación de la mujer o del negro, ello solo es un complejo de inferioridad, es la renuncia más profunda al orgullo de ser mujer o negro y una reafirmación de ese complejo de inferioridad.
Hay quien piensa que afirmar todo lo que se ha afirmado en este último párrafo, adolece de un tufillo machista, pero el verdadero machismo es admitir el que para que una mujer se libere debe de imitar en todo al hombre, esto si que es una degradación del orgullo de ser mujer, es una enorme falacia machista.
Es fundamental distinguir entre consumo y consumismo.
Lo difícil es establecer donde está el limite entre consumo y el consumismo. Ello es una cuestión de mesura. La palabra más importante del diccionario es MESURA. Pero no hay que confundir mesura con MODERACIÓN, -y menos aún con moderación salarial. La MESURA tiene su significado en relación con la calidad y la cantidad, mientras que la MODERACIÓN solo a la cantidad.
El utilizar una adecuada mesura, o una desacertada desmesura, puede conducirnos a: una buena o a una mala vida. O conducirnos incluso a la muerte. Es muy simple el ejemplo de la lejía: unas gotas de este líquido en una botella de agua para beber, con patógenos, puede salvar una vida; pero si aumentamos la cantidad de lejía de forma insaciable, no mejoramos linealmente los efectos, como viene a sugerir el CONSUMISMO, sino que lo que sucede es que eliminamos una vida.
¿Y como conseguir la mesura, donde o cuando termina esta y donde o cuando comienza la desmesura? No es fácil, pero, en cuanto al consumo humano, puede ayudarnos el considerar el límite de la huella ecológica y considerar que la libertad de uno termina donde empieza la libertad de otro.
En una palabra, consumir, producir y trabajar menos.
Lo curioso es que incluso la izquierda apuesta por el CRECIMIENTO. ¿Y como convencer a la izquierda que es urgente DECRECER? Gorz nos da alguna pista: "Todos aquellos que, en la izquierda, rechazan afrontar la cuestión de una equidad sin creci-miento demuestran que el socialismo, para ellos, no es sino la conti-nuación por otros medios de las relaciones sociales y de la civilización capitalistas, del modo de vida y del modelo de consumo burgués" (5).
Pero esta interpretación desarrollista-productivista es una errónea interpretación del marxismo, pues Carlos Marx Marx realizó un folleto, publicado en 1821, que aseveraba que "una nación es verdaderamente rica si, en lugar de doce horas, trabaja seis”. Por su parte Carlos Taibo experto sovietologo, terminaba su “Historia de la Unión Soviética” con la certificación de que “Marx, en sus años postreros, había mostrado su adhesión a las sociedades comprometidas en la satisfacción de las necesidades humanas y poco interesadas en la producción encaminada a la obtención de ganancias sin límite”. (6)
_________________
(1) Este articulo es una adptación de un fragmento del libro de Julio García Camarero, “El Decrecimiento feliz y el desarrollo humano”, Ed. La Catarata, 2010, pp.50-55.
(2) La OBSOLESCENCIA PROGRAMADA es innecesaria para conservar los puestos de trabajo, pues estos se pueden conservar a partir de un descenso de la jornada laboral a medida que las maquinas se vayan hacinado cada vez más eficientes. Los puestos de empleo se deben de conservar repartiendo el número total de horas-trabajo entre todos y no aumentando la plusvalía, el productivismo, el agotamiento de recursos, los efectos del cambio climático. Por otra parte que la obsolescencia no es necesaria, se ha demostrado en Cuba, al menos en cuanto a los automóviles. No es verdad que un auto deba necesariamente quedarse obsoleto a los 8 ó 10años. No son, en absoluto, necesarios los “planes renove”. En Cuba han demostrado palpablemente que un auto puede seguir funcionando perfectamente más de medio siglo, y sin peligro de accidente. Una vida para un automóvil de 30 o 40 años seria razonable, si se construyeran automóviles sin obsolescencia planificada.
(3) Es cierto que en el consumo de bienes relacionales no se llega a consumir materia, no se llega a entropizar materia; pero pese a todo, no deja de ser un consumo. Y sobre todo si consideramos que el consumo es la utilización de todo bien para lograr cubrir una necesidad. ¡Y que mayor necesidad que la que se cubre con el consumo de BIENES RELACIONALES: la necesidad de la relación humana y del afecto.
(4) Esta “Idea” que aquí se refiere, no coincide con la “Idea” hegeliana, pues esta última es una idea un tanto mística y apriorística, por el contrario a la que me refiero es precisamente consecuencia de la evolución de la propia realidad.
(5) Serge Latuche “Petit traitéda la décroissce » 007, Paris Pág. 205.
(6) Carlos Taibo, “En defensa del decrecimiento. Sobre el capitalismo. Crisis y barbarie”, Los libros de la Catarata, 2009, Madrid. Pág. 66.
Antes de nada, decir que soy partidario del decrecimiento, pero lamentablemente me veo incapaz de suscribir un texto como este, repleto de estereotipos (como el del obeso con el carro repleto de comida basura) y que declama en tono moralizante en vez de razonar -véase el uso abusivo de las mayúsculas o expresiones absurdas como nazi-capitalismo-.
ResponderEliminarSobre la cuestión de la felicidad, quiero plantearle la siguiente cuestión: ¿eran también más felices los siervos de la sociedad feudal (completamente austera) que el gordo del ejemplo? ¿También lo eran los habitantes de Roma en la Edad Antigua? Tal vez estemos juzgando a la ligera la felicidad colectiva de una sociedad, cuando probablemente se deba más a un cúmulo de circunstancias favorables, tanto personales como sociales. En las grandes concentraciones urbanas, ya sea en la actual Nueva York o en la antigua Roma, los problemas siempre se han multiplicado, y eso que el consumo de una está a años luz de la otra. Por poner un ejemplo, vaya.
Y la reflexión sobre los automóviles, un disparate. Los coches han evolucionado enormemente en materia de seguridad vial. Si alguien opta por quedarse con un Simca 1000, nadie le obliga y desde luego le desearía suerte. Matizo: por ejemplo, hay poca diferencia en materia de seguridad entre un Seat 600 y un Seat Panda. Pero entre el primer Ibiza y el 3º (2002) hay una diferencia abismal: uno con la seguridad en pañales y otro con un nivel más que aceptable. Con el modelo actual, la mejora es pequeña con respecto al anterior.
¿Qué es lo que quiero decir? Que durante los años 90 y principios de los 2000, los fabricantes se han puesto las pilas gracias a las famosas pruebas colisión. En menos de una década la seguridad de los automóviles, con escasos avances durante décadas ha pegado un "estirón" considerable. Por tanto, no siempre un modelo nuevo es igual a obsolescencia planeada. ¿Más ejemplos? El Citroën 2CV o el VW Escarabajo son claros ejemplos de diseños fiables y duraderos (el último escarabajo fabricado en el ¡2003!), a prueba de obsolescencia programada. Pero la tecnología avanza y no todos queremos quedarnos con estas joyas toda la vida.
Personalmente, sabiendo que hay coches asequibles con airbags, deformación programada, cinturones pretensados o control de estabilidad ni loco seguiría con mi corsilla modelo del 80 (que en paz descanse). Yo estoy muy contento con mi actual coche, y pienso cuidarlo y mimarlo para que dure todo lo posible. Si dentro de 10, 20 o 30 años vuelve a producirse otro gran salto cualitativo en materia de seguridad, entonces puede que me plantee reemplazarlo.
Otra asunto es que podamos vivir con menos coches: ser menos "comodón", utilizar más el transporte público, promover medidas para garantizar vivienda a un precio razonable (y así poder vivir cerca del lugar de trabajo). No cabe duda de que así podríamos reducir el parque automovilístico y la demanda de carburantes.
Más hechos: si no existe el consumismo casi no habría que trabajar en trabajos enajenados. Falso. Nunca he llegado a entender esta ingenua concepción del mundo mediante la cual se llega a la conclusión de que si desaparece el capitalismo caen con él la miseria humana. ¡La explotación y la precariedad existían mucho antes de la invención del Taylorismo! La codicia, la corrupción, la violencia, la guerra, la falta de empatía hacia el prójimo, tal vez sean esos los verdaderos tumores que siempre se han infiltrado (o venían de serie) en todos los sistemas políticos durante la Historia.
Pienso que el decrecimiento no sólo es una idea elegante sino además necesaria, pero desde luego yo la concibo como conclusión científica a raíz del estado actual del mundo, tanto en términos ambientales como sociales. Por favor, no caigamos en la demagogia ni en el discurso fácil. La idea del decrecimiento tiene que hacerse valer sin estos lastres o no llegaremos a ningún lado.
He encontrado un documental que igual podriais anadir. Es sobre la comida...
ResponderEliminarhttp://www.rtve.es/television/20110311/escarabajo-verde-si-dicen-comi-parte-1/415258.shtml
todo esto del decrecimiento hay que contarselo a los políticos, o mejor al gobierno global que hace que unos acumulen tanto y otros, la myoría, mueran incluso de hambre.
ResponderEliminarDecrecimiento.....? salvajes es lo que son estos del decrecimiento y sus políticos que permiten semejante demagogía.