La Querella de las mujeres es el nombre con el que se conoce el largo y complejo debate histórico que tuvo lugar en casi toda Europa sobre la interpretación, valoración y regulación de la diferencia sexual, y que ocupó parte de la Edad Media, y toda la Edad Moderna, hasta la Revolución Francesa. Un debate filosófico, teológico, científico, político y literario en el que muchos trataron de demostrar la ‘inferioridad natural’ de las mujeres y la ‘superioridad natural de los hombres’, justificando así – con este supuesto hecho natural – el sentido y el valor femenino y de lo masculino; y, consecuentemente con ello, el lugar que mujeres y hombres ocupaban y debían ocupar en el orden social (la familia, la política, la cultura).
La supuesta inferioridad natural de las mujeres y la supuesta superioridad natural de los hombres no es una teoría nueva que se inicie con la Querella. Lo nuevo e importante históricamente es que a partir del siglo XIII dominará la teoría – llamada por la filósofa Prudence Allen – de la ‘polaridad entre los sexos’, que sostiene que las mujeres y hombres son significativamente diferentes y que los hombres son superiores a las mujeres.
Esta teoría, cuyo máximo representante es Aristóteles, se legitima e institucionalizará a mediados del siglo XIII al convertirse las obras de este en lecturas obligatorias en la Universidad de París en 1.255, desde la que se divulgó pronto a otras universidades europeas. La teoría de la ‘polaridad entre los sexos’ claramente hostil hacia las mujeres, se impuso mediante la institución académica a otra forma de entender la diferencia sexual definida como la teoría de la ‘complementariedad de los sexos’, que sostiene que mujeres y hombres son significativamente diferentes, pero que son iguales. Una tercera manera de entender la diferencia sexual es la teoría de la ‘unidad de los sexos’, que defiende que mujeres y hombres son iguales y que no existen diferencias significativas.
En el discurrir histórico de la Querella se trataron varios temas, pero se discutió, básicamente, sobre la valía, las capacidades y la naturaleza del cuerpo femenino. Desde mediados del siglo XIII y hasta el siglo XV, son hombres los que intervienen en la Querella de las mujeres, pero ésta toma un giro importante originado por la intervención pública de las mujeres que inició Christine de Pizan.
“En nuestra civilización existe una tradición, minoritaria pero tenaz, de hombres que han visto en el sexo femenino la parte mejor de la humanidad. Una tradición que es ignorada por muchos, y que hoy sigue viva.”
Luisa Muraro
Para saber más: De dos en dos. Las prácticas de creación y recreación de la vida y la convivencia humana. Marta Beltran i Tarrés, Carmen Caballero Navas, Montserrat Cabré i Pairet, Mª Milagros Rivera Garretas y Ana Vargas Martínez.
La Querella de las mujeres
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