Con la Segunda Ley de la Termodinámica – la entropía – se da un fenómeno curioso; a pesar de tener máxima importancia que afecta a la supervivencia humana, y que ha hecho correr ríos de tinta entre intelectuales y científicos, ha sido muy poco divulgada y prácticamente ignorada por la ‘opinión pública’.
Así en la escuela se puede comprobar como el estudio de la termodinámica aparece en todos los libros de Física y Química, pero no se relaciona con el mundo en que vivimos y las consecuencias prácticas de las que tendríamos que sacar enseñanza.
El desinterés viene precedido por una visión mecanicista del mundo, ya decimonónica, en la cual la idea de progreso es tan connatural que ni pensamos en discutirla. La ley de la entropía socava la idea de la historia como progreso, y la idea de que la ciencia y la tecnología crean un mundo más ordenado.
En el año 1.846 Urbain Leverrier y John Couch Adams descubrieron el planeta Neptuno, no buscando en el firmamento, sino con un lápiz y papel, usando las matemáticas, realizaron los cálculos para explicar las diferencias observadas en la órbita de Urano y su comportamiento previsto por las leyes físicas de Kepler y Newton; quedaba así grabado en el pensamiento occidental la visión mecanicista del mundo, típicamente moderna, en la línea de Descartes, Galileo, Bacon, Newton, Locke y Adam Smith.
El 20 de julio de 1.969 el hombre pisa la luna y la idea de progreso se apodera del imaginario colectivo mundial. El hombre individual es mortal, pero la especie humana es inmortal: ‘Venga lo que venga, siempre idearemos algo’.
Nos encontramos en una época en que lo obvio tiene que ser enfatizado, porque ha sido ignorado durante largo tiempo.
Anteriormente en el blog del decrecimiento:
Irreversibilidad
El ser humano ante la entropía
Leyes de la termodinámica
Acerca de la entropía
Entropía y evolución
Inercia y desorden
El desinterés viene precedido por una visión mecanicista del mundo, ya decimonónica, en la cual la idea de progreso es tan connatural que ni pensamos en discutirla. La ley de la entropía socava la idea de la historia como progreso, y la idea de que la ciencia y la tecnología crean un mundo más ordenado.
En el año 1.846 Urbain Leverrier y John Couch Adams descubrieron el planeta Neptuno, no buscando en el firmamento, sino con un lápiz y papel, usando las matemáticas, realizaron los cálculos para explicar las diferencias observadas en la órbita de Urano y su comportamiento previsto por las leyes físicas de Kepler y Newton; quedaba así grabado en el pensamiento occidental la visión mecanicista del mundo, típicamente moderna, en la línea de Descartes, Galileo, Bacon, Newton, Locke y Adam Smith.
El 20 de julio de 1.969 el hombre pisa la luna y la idea de progreso se apodera del imaginario colectivo mundial. El hombre individual es mortal, pero la especie humana es inmortal: ‘Venga lo que venga, siempre idearemos algo’.
Nos encontramos en una época en que lo obvio tiene que ser enfatizado, porque ha sido ignorado durante largo tiempo.
Anteriormente en el blog del decrecimiento:
Irreversibilidad
El ser humano ante la entropía
Leyes de la termodinámica
Acerca de la entropía
Entropía y evolución
Inercia y desorden
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