Macroeconomía ecológica sin crecimiento
Joan Martínez Alier - Sin Permiso
Joan Martínez Alier reseña el libro, recientemente publicado en castellano, de Tim Jackson: Prosperidad sin crecimiento. Economía para un planeta finito. Icaria, Barcelona, 2011. Para los lectores interesados en ese debate, SinPermiso publicó recientemente también otra reseña de este libro, firmada por el economista australiano Ted Trainer: ¿Entienden bien sus defensores las implicaciones políticas radicales de una economía de crecimiento cero?
En los próximos días 26 y 27 de enero de 2012, el professor Tim Jackson presentará en Barcelona y en Madrid la versión en castellano de su célebre obra con estadísticas actualizadas y con un prólogo escrito expresamente para esta edición donde se pronuncia por una moratoria al pago de algunas de las excesivas deudas actuales.
Este libro empezó su vida en 2003 cuando el autor, profesor de la Universidad de Surrey, tuvo el encargo del gobierno laborista de escribir un informe para la comisión estatal de Desarrollo Sostenible. El informe fue publicado en el 2009, se llamaba Prosperity without Growth? con un interrogante al final, para restarle agresividad. El interrogante desapareció cuado Jackson publicó el libro en 2009, en plena crisis. Un tema central del libro, que plantea los fundamentos de una macroeconomía ecológica y puede usarse de libro de texto, es si una economía basada en un continuo aumento de las deudas para financiar el consumo privado y público de más y más materiales y energía, puede ser sostenible ecológicamente y socialmente viable. La respuesta es un "no" rotundo. Y a partir de ahí, Jackson presenta propuestas alternativas para una sociedad que sea próspera pero que no tenga el crecimiento económico por objetivo.
Estas preguntas ya se habían planteado por los primeros economistas ecológicos como Nicholas Georgescu-Roegen, Herman Daly, Robert Ayres. El propio Sicco Mansholt, presidente de la Comisión Europea en 1972, cuestionó un crecimiento económico en términos de un PIB que no restaba los daños ambientales y que llamaba producción a lo que era extracción y agotamientos de recursos naturales. Jackson conoce y reconoce estos antecedentes, incluido otro reciente texto de macroeconomía ecológica, de Peter Victor (de Canadá) que se llama Managing without growth (Cheltenham: E. Elgar, 2008).
La deuda de los consumidores había crecido muchísimo antes de la crisis en diversos países (Estados Unidos, el Reino Unido, España, Irlanda) y la deuda pública ya era muy alta (Japón, Italia) y está creciendo enormemente a partir del 2008. Las deudas no pueden ser "combustibles" permanentes de la máquina del crecimiento económico, porque realidad el combustible del crecimiento son los combustibles fósiles..
En los temas sociales, Jackson revisa no solamente las críticas ecológicas y feministas contra el PIB desde hace cincuenta años sino también las investigaciones, a las que el mismo ha contribuido, sobre la falta de correspondencia entre aumentos del PIB per capita y la felicidad (o satisfacción vital), una vez el PIB per capita alcanza unos 15 mil dólares al año.
A diferencia de Stiglitz y Krugman, Jackson llama reiteradamente a la "prudencia financiera" porque, para pagar la montaña de deudas, se exhorta al crecimiento, y ese crecimiento va junto con el cambio climático. Los economistas keynesianos quieren salir de la crisis con un mayor gasto público con la esperanza de que el posterior crecimiento permitirá pagar estas deudas. Los economistas ecológicos estamos contra el aumento de la deuda pública no porque seamos anti-estatistas ni porque seamos fervientes anti-keynesianos (al estilo de la derecha estadounidense) sino porque pensamos que en los países ricos no debe haber más crecimiento económico. En cualquier caso, ese crecimiento expresado en el PB está mal medido.
Si las tendencias hasta el 2007 continuaran, entonces -explica Jackson- para mantener la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en 450 ppm, la "intensidad de carbono" de las economías ricas debería disminuir cien veces hasta 2050, algo que realmente parece imposible. Hay además otros muchos argumentos ecológicos en la misma dirección. Además, el crecimiento económico no es necesario en países ya ricos para el "florecimiento" de las personas, para su auto-realización, para que desarrollen su potencial, para su épanouissement. Esa meta del "florecimiento" no se logra con un mayor consumo material de productos que a menudo son "posicionales" (es decir, cuyo disfrute depende de que otros no los tengan). Jackson insiste que la evolución biológica, incluyendo la de los humanos, ha ganado más por la cooperación que por la competencia.
La meta del "florecimiento" se relaciona con críticas al desarrollo uniformizador como las de Arturo Escobar y Wolfgang Sachs, y está emparentado con ideas como las del Sumaq Kawsay en la Constitución de Ecuador de 2008. Pero Jackson escribe para países ricos y para sus dirigentes politicos, no para el Sur. Sus propuestas son radicales.
¿Cómo manejar una economía sin crecimiento sin que se colapse la inversión y por tanto aumente el desempleo? ¿Cómo hacer frente a la tendencia al aumento de la productividad laboral que llevará al desempleo si no hay crecimiento económico?
A Jackson le preocupa mucho el "estigma del desempleo". Por tanto hace falta dar apoyo a un nuevo gran sector económico que el llama irónicamente el sector de "la Cenicienta" (que antes de ser princesa, realizaba útiles trabajos domésticos no remunerados). Hace falta un gran sector de trabajos remunerados, con baja productividad laboral pero satisfactorios, que muchas veces estarán dirigidos a las inversiones ambientales. Jackson menciona también la propuesta de una renta básica universal de ciudadanía (aunque no la desarrolla) y el reparto del trabajo, disminuyendo horarios y ampliando días de fiesta. Su propuesta principal es el fomento del sector "de la Cenicienta" que yo llamaría el sector de "Noticias de Ninguna Parte", recordando a William Morris.
Hace falta también un mayor sector público que financie inversiones ambientales (en energías alternativas, por ejemplo) que no rinden lo suficiente en términos crematísticos debido a una contabilidad defectuosa que no resta externalidades negativas. ¿Significa este mayor sector público el fin del capitalismo? El pragmático profesor Tim Jackson, nos aconseja no excitarnos con palabras como "capitalismo" y "socialismo". El nuevo sistema será tal vez el mismo pero desde luego no como lo conocemos (como dijo Mr Spock en otro contexto).
El libro de Jackson ha vendido decenas de miles de ejemplares en toda Europa. Es un intento valiente, radical, influyente y práctico de aunar el análisis de la ecología humana, la economía y el comportamiento social en una nueva Macroeconomía Ecológica.
Joan Martínez Alier, amigo y colaborador habitual de SinPermiso, es catedrático de teoría económica en la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los fundadores de la investigación internacional en economía ecológica
¿Qué es la horizontalidad en una organización?
febrero 07, 2012
1 comment
Florent Marcellesi
Con el surgimiento del1 15-M, la horizontalidad ha vuelto a ser un concepto motor en la construcción de nuevos movimientos sociales y políticos. Sin embargo, ¿qué entendemos por “horizontalidad”?
Al repasar algo de bibliografía, constato que se suele definir en negativo como oposición o rechazo a otros términos como la verticalidad o la jerarquía, puesto que, de forma consciente o no, entendemos mejor las implicaciones de tales conceptos que culturamente impregnan nuestras sociedades y nuestros cerebros. Asimismo, tanto en el espacio público (Estado, escuela, hospital, trabajo remunerado, etc.) como en el privado (como la familia), vivimos en un mundo principalmente jerarquizado donde en el mejor de los casos elegimos nuestra cadena vertical de mandos (la democracia representativa) o en el peor sufrimos una dominación no deseada (véase el parto medicalizado o el significado de la relación asalariada). Sin embargo, pocas veces encuentro definiciones en positivo de la horizontalidad. Con esta voluntad constructiva, definiré la horizontalidad de la manera siguiente: una profundización de la ética de la liberación, una actitud (y un camino) y un modelo organizativo.
En esta óptica, desarrollada también por Illich y Castoriadis, la ecología política es una apuesta decidida por la autonomía del sujeto y por su capacidad de cooperar de forma voluntaria y en igualdad de condiciones con otros sujetos para oponerse a cualquier deriva liberticida e insostenible de las “mega-máquinas” mercantiles, estatales o tecnócratas y para construir alternativas concretas al productivismo actual.
De esta visión emancipadora nace la voluntad de poner en pie sociedades —u organizaciones— autónomas, hechas de individuos a su vez autónomos y cooperativos. Estas sociedades (u organizaciones) se convierten en ágora permanente sobre lo que es conveniente producir (y cómo), además siempre dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas. Por esta razón, las empresas tendrían que ser controladas por sus personas empleadas, un partido o un sindicato por el conjunto de sus militantes y la esfera política por el conjunto de la ciudadanía. Es un llamamiento hacia organizaciones donde los sujetos autónomos no estén subordinados a ninguna estructura, ni órgano de ésta. En este tipo de horizontalidad también existen límites, pero no provienen de una autoridad superior (el Líder, el Órgano central, la Tradición, la Autoridad, etc.) sino que se basan en la deliberación y la decisión colectiva.
Además, en una organización social, política, sindical, etc. sus formas de proceder —es decir su actitud que la definirá y le dará credibilidad en el día a día— tienen que ser acordes en cualquier momento con los objetivos planteados. Obviamente no se puede llevar la paz o la emancipación con métodos violentos que sea aquí o en el Sur, no se puede enseñar a nuestros hijos el respeto desde la metodología de la bofetada, ni se puede pedir a las instituciones transparencia y participación sin aplicarlo internamente. Dicho de otro modo y parafraseando a Gandhi, podríamos decir que “no hay camino para la horizontalidad, la horizontaliidad es el camino”.
Dicho esto, destaco algunas características de una cooperativa política funcionando sobre el modelo de la horizontalidad:
Referencias:
Con el surgimiento del1 15-M, la horizontalidad ha vuelto a ser un concepto motor en la construcción de nuevos movimientos sociales y políticos. Sin embargo, ¿qué entendemos por “horizontalidad”?
Al repasar algo de bibliografía, constato que se suele definir en negativo como oposición o rechazo a otros términos como la verticalidad o la jerarquía, puesto que, de forma consciente o no, entendemos mejor las implicaciones de tales conceptos que culturamente impregnan nuestras sociedades y nuestros cerebros. Asimismo, tanto en el espacio público (Estado, escuela, hospital, trabajo remunerado, etc.) como en el privado (como la familia), vivimos en un mundo principalmente jerarquizado donde en el mejor de los casos elegimos nuestra cadena vertical de mandos (la democracia representativa) o en el peor sufrimos una dominación no deseada (véase el parto medicalizado o el significado de la relación asalariada). Sin embargo, pocas veces encuentro definiciones en positivo de la horizontalidad. Con esta voluntad constructiva, definiré la horizontalidad de la manera siguiente: una profundización de la ética de la liberación, una actitud (y un camino) y un modelo organizativo.
La profundización de la ética de la liberación
André Gorz solía conceptualizar la ecología política como una ética de la liberación donde “la expansión de la autonomía [del sujeto] se halla en el centro de la exigencia ecologista. Ello supone una subversión de la relación de los individuos con sus herramientas, con su consumo, con su cuerpo, con la naturaleza” (1975).En esta óptica, desarrollada también por Illich y Castoriadis, la ecología política es una apuesta decidida por la autonomía del sujeto y por su capacidad de cooperar de forma voluntaria y en igualdad de condiciones con otros sujetos para oponerse a cualquier deriva liberticida e insostenible de las “mega-máquinas” mercantiles, estatales o tecnócratas y para construir alternativas concretas al productivismo actual.
De esta visión emancipadora nace la voluntad de poner en pie sociedades —u organizaciones— autónomas, hechas de individuos a su vez autónomos y cooperativos. Estas sociedades (u organizaciones) se convierten en ágora permanente sobre lo que es conveniente producir (y cómo), además siempre dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas. Por esta razón, las empresas tendrían que ser controladas por sus personas empleadas, un partido o un sindicato por el conjunto de sus militantes y la esfera política por el conjunto de la ciudadanía. Es un llamamiento hacia organizaciones donde los sujetos autónomos no estén subordinados a ninguna estructura, ni órgano de ésta. En este tipo de horizontalidad también existen límites, pero no provienen de una autoridad superior (el Líder, el Órgano central, la Tradición, la Autoridad, etc.) sino que se basan en la deliberación y la decisión colectiva.
Una actitud (y un camino)
Encontramos en la educación horizontal una gran ayuda para conceptualizar la “actitud horizontal”. Esta rama educativa entiende la horizontalidad “como una disposición psíquica y social, interior y exterior al sujeto, en la cual ningún hombre y mujer anula la libre expresión de otro, de manera que todos pueden manifestarse sin hallar un obstáculo en el otro, sino más bien un apoyo para el propio crecimiento” (Santos, 2006). Así, primero, es una facultad del sujeto a vivir su libertad desde el encuentro positivo con la libertad de otras personas que a su vez, dentro una dinámica ganador-ganador, refuerza el propio desarrollo personal. Dicho de otro modo, “se puede concebir el aspecto interno (…) de la horizontalidad como una suerte de receptividad y apertura al otro.” Exactamente lo que los manuales de educación no violenta o de resolución pacífica de los conflictos aconsejan, respectivamente, a los padres y madres con su prole o a los negociadores con las partes en conflicto o con otros negociadores: respeto, escucha activa y empatía.Además, en una organización social, política, sindical, etc. sus formas de proceder —es decir su actitud que la definirá y le dará credibilidad en el día a día— tienen que ser acordes en cualquier momento con los objetivos planteados. Obviamente no se puede llevar la paz o la emancipación con métodos violentos que sea aquí o en el Sur, no se puede enseñar a nuestros hijos el respeto desde la metodología de la bofetada, ni se puede pedir a las instituciones transparencia y participación sin aplicarlo internamente. Dicho de otro modo y parafraseando a Gandhi, podríamos decir que “no hay camino para la horizontalidad, la horizontaliidad es el camino”.
Un modelo organizativo
No se trata de un concepto totalmente nuevo: tiene mucho en común con —y hereda de— las teorías y las prácticas de la autogestión del sindicalismo de finales del siglo XIX, de los consejos obreros húngaros o de las experiencias post-68. Sin embargo, las posibilidades abiertas por las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) y, sobre todo, por las dinámicas cooperativas en torno al conocimiento, la cultura y el software libres o en las actuales dinámicas post-crecentistas (colectivos de decrecimiento, de ciudades en transición, de cooperativa integral, etc.) aportan a la horizontalidad su plena capacidad como modelo organizativo. En las brechas del sistema, la propia existencia y praxis diaria de una organización horizontal son pruebas de insumisión y gérmenes de alternativa a la megamaquina técnica, económica y política.Dicho esto, destaco algunas características de una cooperativa política funcionando sobre el modelo de la horizontalidad:
- Trabajo en red: “La red” es ante todo una mentalidad y una forma de trabajar adaptada al siglo XXI: prima la inteligencia colectiva y la propriedad común, como puede ser la lógica cooperativa del software libre. Es una búsqueda de sistemas organizativos basados en la igualdad, la participación activa de todo/as y la voluntad de consenso. En esta estructura líquida y partidaria de la adhocracia, todos los miembros pueden tener autoridad para tomar decisiones y llevar a cabo acciones. Asimismo la fuerza de las redes, físicas o virtuales, reside en su capacidad de mover y mezclar personas y organizaciones de diferentes intereses o círculos, con compromisos flexibles según objetivos y afinidades, desde lo territorial a lo sectorial. Dicho así, no hay que confundir el uso intensivo de Internet (o de comunidades virtuales) con alcanzar una estructura en red presencial y virtual.
- Flujos de información y transparencia: la información es poder, y el poder es compartido entre todos los miembros en igualdad de condiciones. Lo que significa que la información tiene que fluir en cualquier momento hacia todos los miembros del a organización sin exclusión, dentro de un marco que hace de la transparencia un pilar de su desarrollo. No solo requiere un fácil acceso a las fuentes de información sino una política activa personal y colectiva de transmisión de la información a todas las partes de la organización-red sin que ellas las tengan que pedir. Es también la capacidad de poner en marcha la información peer to peer, donde cada neurona se convierte en un nudo de información seguro para otras neuronas. Con unas reglas de juego claras y sin necesidad de un órgano central, la red valida la veracidad y legitimidad de la información.
- Confianza multidireccional y cooperativa: tal y como lo desarrollo más en detalle en el artículo Reflexiones sobre la confianza en un partido horizontal, no solo se trata de una confianza undireccional desde las personas asociadas hacia los cargos (y órganos) electos sino también de una “confianza de todas a todas”. Tanto las personas electas como cualquier persona asociada “depositan” en cada una de las personas de la organización o de la red, con o sin responsabilidad interna o externa, la misma confianza. De esta manera, damos un margen de confianza a la inteligencia colectiva que emana de la conexión de nuestras energías y reflexiones.
- El conocimiento libre: más allá de tener transparencia e información disponible para todas las neuronas, la inteligencia colectiva —es decir el resultado del trabajo cooperativo y en red (que va más allá de la suma de las individuales de la organización)—, pertenece a todos y todas. Decimos que se trata de una propiedad común, cuyo código fuente y posibles mejoras están en la organización, en la red o en el espacio público a un coste nulo.
Referencias:
- Gorz, A. (1975): Ecologie et politique, Galilée.
- Santos, M (2006): “De la verticalidad a la horizontalidad, reflexiones para una educación emancipadora”, Revista de ciencias sociales y humanidades, enero-marzo 2006.
- Subirats, J. (2011): Otra sociedad, ¿otra política? Del “no nos representan” a la democracia de lo común, Icaria Asaco.
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